Solía decir Paco Lasheras (aquel ilustre periodista cartagenero ya desaparecido que hizo pareja con el inigualable Pepe Monerri y que se hacían llamar en la década de los años sesenta Monri y LH) que a ningún gitano le gusta ver a sus hijos con buenos principios. Aquello no dejaba de ser un aforismo que LH empleaba como latiguillo siempre que el Cartagena arrancaba mal. Naturalmente no dejaba de ser un axioma pero el aficionado lo leía o lo escuchaba y se tranquilizaba.
Hoy podría decir lo mismo o parecido de este Cartagena que no ha empezado bien la pretemporada a pesar de que muchos coincidimos en pensar que Pedro Reverte ha logrado conjuntar una buena plantilla. Para mí lo que importa es acabar bien. Como se arranque es lo de menos, entre otras cosas porque ni siquiera ha empezado la Liga. Pero si convengo en que no dejan de ser más sombras que luces ante equipos que, salvo Almería o Hércules, han sido de los considerados de ‘chichinabo’ dicho sea con todos los respetos.
Pato tiene trabajo por delante, especialmente en ese centro del campo que parece es dónde está el quid de la cuestión entre fichajes pendientes y lesiones. Yo estoy tranquilo porque, al día de hoy, no tengo dudas de que esta plantilla dará muchas alegrías a sus seguidores y que estará arriba al final de la Liga. Pero también es verdad que este Cartagena tiene que empezar a generar confianza cuanto antes porque el Albacete está a la vuelta de la esquina y ésa, aunque sea la primera jornada, sí que va a ser una prueba de fuego para ver el potencial y, de paso, para empezar mandando en la competición.
Lo que digo es que no hay que ponerse nerviosos a las primeras de cambio por estas luces y sombras pero que tampoco hay que dormirse en los laureles. No quisiera acordarme tras la primera jornada de Liga de la apostilla que LH solía utilizar tras la pifia inicial de turno del Cartagena, aquella de que a ningún gitano le gusta ver a sus hijos con buenos principios. A ver lo que pasa.
Los otros días os contaba que este equipo invita a soñar pero sin perder la cabeza y, a pesar de esta pretemporada con más sombras que luces, sigo pensando lo mismo.
