GUILLERMO JIMÉNEZ
Jornada épica la 41ª de la Liga Adelante. Para enmarcar. Asier Goiría le hacía al meta Cobeño, del Rayo Vallecano, su único gol como albinegro en dos años. Cuento cerca de mil quinientos minutos de juego por parte del fornido delantero de Amorebieta como cartagenerista y subrayo ese gol único, huérfano, porque es casi de Guines. Si es verdad, que dicen que sí los que están al loro de estas cosas, que Asier percibía 195.000 € por temporada, resulta que al FC Cartagena ese gol le costó 390.000 €. Los goles de Messi en el Barça o de Cristiano en el Real Madrid casi resultan más baratos para la megaeconomía de sus clubes.
Para más inri, ese único gol de Goiría en sus cerca de dos años cartageneristas, de nada sirvió pues el Rayo Vallecano ganó en aquella jornada, la del 29 de mayo de 2001, por 2-4 y el tanto del zornotzarra, sencillo gentilicio, se fue por la borda.
El final del vasco cartagenerista fue penoso, desagradable y hasta yo no sé si injusto fue separado de la normal actividad de la plantilla, marginado en los entrenamientos. Al menos yo así lo vi unas mañanas en la Ciudad Deportiva 'Gómez Meseguer', en el campo alquilado de césped artificial. Goiría estaba que se lo llevaban los demonios, haciendo carrera continua en solitario mientras sus compañeros realizaban otras cosas. El de Amorebieta hasta increpó a un fotógrafo que le tomaba unas instantáneas.
Al final Asier salió de la plantilla, rumbo a Gerona/Girona, pero deduzco que en la negociación de baja Pedro Reverte, director deportivo, antepuso las ganas de desprenderse del 'paquete' a que el club se beneficiase en lo económico más de lo que se supone se benefició. Con Tati Maldonado a Reverte, en otra salida negociada, dicho como anécdota, la baja del de San Fernando, que tampoco triunfó en Cartagena, desembocó en su marcha al Xerez Deportivo y en el estadio Chapín el Tati se destapó como delantero goleador tras una prolongada sequía del gaditano en el Cartagonova. Sorprendió a todos. No fue el caso del voluntarioso y a la vez torpe Asier, que no reaccionó en Montilivi ni en Anduva, a orillas del Ebro.
Hoy, con 35 años, Asier Goiría hace lo que todo buen paisano haría: querer retirarse en el equipo de su tierra.
