11 de mayo de 2012, 1:11
Este Cartagena que saltará este viernes a la hierba del ‘Gran Canaria’, semipterno colista de la Liga Adelante y con muchas probabilidades de abandonarla por descenso a menos que todos los dioses del Olimpo se reúnan para hacer un milagro, lo hará –pura paradoja- en el mejor momento de forma de toda la temporada. Es casi colista, sí. Y casi hundido. Pero no del todo.
Lo está evidenciando en sus últimos encuentros. Mereció ganar en Murcia. Mereció ganarle al Celta en sus ‘dos’ partidos recientes en un mes. Y mereció también un mejor resultado en Elche sin contar otro montón de marcadores más o menos recientes que, de forma increíble, jugaron en su contra. Muchos de esos puntos perdidos deberían de haberse sumado en su casillero. Tantos que igual hasta estarían fuera de posiciones de descenso. Pero…
Esta sería la única explicación más o menos consecuente con una pésima campaña. Bueno, esta y que el primer director deportivo, Ángel Quirantes, pifió como una escopeta de feria en algunos de los más despampanantes fichajes anunciados a bombo y platillo. Y el resultado es el que es. Tres entrenadores y con la proa puesta hacía la Segunda B mucho antes de lo que nadie podía imaginar. Ha pasado de ser un equipo con ‘estrella’ a ser un conjunto ‘estrellado’. Una pena, sí. Pero también una realidad.
Los espectadores del ‘Gran Canaria’ pueden toparse con un Cartagena con el agua hasta el cuello que necesita con denuedo una victoria para retrasar lo que parece cuestión de tiempo. Pero nadie ha arrojado la toalla. Piensan que, ganando en Las Palmas, habría un resquicio para hacer algo parecido a lo protagonizado por el Zaragoza: llegar vivo a la última jornada y rezar
.
Al menos va en el espíritu del Cartagena un trocito de ese Zaragoza con el canario Braulio,
fichado cuando nadie lo quería y convertido ahora en el estilete de este equipo albinegro que quiere morir matando. Su joven afición le apoya y los jugadores parecen haber recobrado un aliento que apenas han tenido en esta larga travesía. Las Palmas es todo o nada. Y en ello están.
Saben que se jugarán la vida así que, ojo. Llevan jugadores de mucho caché y puede ser un rival peligroso si juega con el espíritu de sus últimos partidos. Jugar subido en un alambre sin red tiene estos riesgos
Lo está evidenciando en sus últimos encuentros. Mereció ganar en Murcia. Mereció ganarle al Celta en sus ‘dos’ partidos recientes en un mes. Y mereció también un mejor resultado en Elche sin contar otro montón de marcadores más o menos recientes que, de forma increíble, jugaron en su contra. Muchos de esos puntos perdidos deberían de haberse sumado en su casillero. Tantos que igual hasta estarían fuera de posiciones de descenso. Pero…
Esta sería la única explicación más o menos consecuente con una pésima campaña. Bueno, esta y que el primer director deportivo, Ángel Quirantes, pifió como una escopeta de feria en algunos de los más despampanantes fichajes anunciados a bombo y platillo. Y el resultado es el que es. Tres entrenadores y con la proa puesta hacía la Segunda B mucho antes de lo que nadie podía imaginar. Ha pasado de ser un equipo con ‘estrella’ a ser un conjunto ‘estrellado’. Una pena, sí. Pero también una realidad.
Los espectadores del ‘Gran Canaria’ pueden toparse con un Cartagena con el agua hasta el cuello que necesita con denuedo una victoria para retrasar lo que parece cuestión de tiempo. Pero nadie ha arrojado la toalla. Piensan que, ganando en Las Palmas, habría un resquicio para hacer algo parecido a lo protagonizado por el Zaragoza: llegar vivo a la última jornada y rezar
.
Al menos va en el espíritu del Cartagena un trocito de ese Zaragoza con el canario Braulio,
fichado cuando nadie lo quería y convertido ahora en el estilete de este equipo albinegro que quiere morir matando. Su joven afición le apoya y los jugadores parecen haber recobrado un aliento que apenas han tenido en esta larga travesía. Las Palmas es todo o nada. Y en ello están.
Saben que se jugarán la vida así que, ojo. Llevan jugadores de mucho caché y puede ser un rival peligroso si juega con el espíritu de sus últimos partidos. Jugar subido en un alambre sin red tiene estos riesgos
