sábado. 20.04.2024

El Icue y...cuando el fútbol a la hora del vermú estuvo medio bien

Y efectivamente, así ha sido en esta mañana en la que el fútbol apareció a la hora del vermú y eso, querido Icue, está medio bien. Contemplar o escuchar fútbol a la hora del aperitivo tiene de bueno que es una hora naturalmente pipera, donde se distrae el hambre con...
Y efectivamente, así ha sido en esta mañana en la que el fútbol apareció a la hora del vermú y eso, querido Icue, está medio bien. Contemplar o escuchar fútbol a la hora del aperitivo tiene de bueno que es una hora naturalmente pipera, donde se distrae el hambre con la pipa, que es el sueño del aficionado comulgante. Además de disfrutar de la belleza del estadio y del cielo en este horario nos evita la sordidez, sobre todo en los días de invierno, de la masa nocturna, algo siempre desagradable. Y, respecto a las individualidades, de nuevo Pacheta dio, sin querer, en la diana. Apareció y algunos, los privilegiados, lo vieron y se llama George Daniel Savu, portero venido del Este.
 
Este horario, que por dos ocasiones lo hemos disfrutado o padecido en esta temporada, nos ha obligado a dejar atrás el recuerdo de esa hora taurina y futbolera que siempre fueron las cinco de la tarde y nos ha traído a la memoria esos verbos tan taurinos como son citar, templar y mandar que han aupado a que nuestro Cartagena conjugase esos otros tres verbos de la misma conjugación y más deportivos como son los de marrar, empatar y ahorrar que han conducido a los de Pacheta a no poder cumplir con esos tres propósitos marcados por las circunstancias de esta mañana lepera, casi primaveral de Febrero, mientras que por otras tierras fue lluviosa, nivosa, fría y desapacible.
 
El FC Cartagena ha llegado al Ciudad de Lepe cuando todavía no se han arrancado todas las hojas del calendario de febrero y se encontró con un partido, sobre todo en la segunda parte, asemejado y desangelado como en los días más crudos del invierno y lo recorrió como si lo hiciera por un amargo viaje, periplo que pudo virar a suplicio si Savu no hubiese resuelto, penalti y rechace incluido, los envites a los que le sometieron los delanteros leperos durante toda la segunda parte. 
 
Después de una primorosa primera parte todo se volvió voluble y el FC Cartagena se contagió de tristeza, gelidez y silencio cuando más necesitaba lo contrario. De repente, y sin una lógica explicación, a Victor se le alteró el pulso en el momento más decisivo del partido, cometió penalti, fue expulsado y apareció Savua ganarse el pan cartagenero con dos paradones, años luz de lo exhibido por otro portero de triste recuerdo y llamado Juanma.  Todo parecía de batacazo, y aunque el empate escuece una barbaridad, no ha sido así. Se despertó a tiempo y la reacción fue tan imperativa que los de Pacheta, dispersos, necesitaron aire sabiendo administrarlo hasta que el árbitro del colegio madrileño, Valentín Pizarro Gómez, pitó el final.
 
Hay que decir, o al menos esa es la sensación del articulista, que el FC Cartagena pudo rozar lo grotesco durante casi treinta y cinco minutos, los de la segunda parte. Aun con diez, rectificó a tiempo. De las manos de Savu y ante un CD San Roque de Lepe testarudo pero asustadizo, cumplió con lo exigible.  No fue una gesta, porque las mayúsculas deben reservarse para los tres puntos. En todo caso, ha sido un punto de arranque, el punto de arranque del sufrimiento y el saberse haber encontrado un gran portero que, con el Víctor conocido, no hay que preocuparse. Y se llegó al final y lo que iba para una mañana de vermú, gloriosa al principio y esperpéntica después, pudo arreglarse si los jugadores cartageneros, Cañadas y Florián, hubiesen introducido el balón en la portería de Ricardo en lo que fueron los últimos cinco tensionados y emocionantes minutos del  partido.
 
Adiós, querido Icue, no va más, aquí quedamos una semana más arropados al calor del hogar, hoy más necesario que nunca, sin quitarle una brizna de espuma de mar a este empate, sin bajar el volumen de la radio, deseando correr a ampararnos del sol y sus calores en las sombrillas mágicas de ese querido Mar Menor, en sus rincones gratos o en las soledades que también tienen espacios, soñando despertar para ver a nuestro, vuestro, suyo Cartagena galopar con su jugada ideal hacia el ascenso y como dijo el poeta José Mármol  ver como: “Asciende sobre ti, deshazte en tus deseos, maravilla, maravilla./ Vuela hacia arriba, hacia abajo, hacia los cuatro vientos/ y los siete mares”. ¡Ay, ay, ay!
 
Pedro-Roberto J.P. En un “Rincón para Doce”. Dies 2/24: ante diem sextum Kalendas Martias. Nº 277.
http://lamedusapaca.blogspot.com.

 

El Icue y...cuando el fútbol a la hora del vermú estuvo medio bien
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