El fotógrafo Abel F. Ros nos deleita cada día de partido en el Cartagonova con sus noticiosas y extraordinarias fotografías post partido invitándonos a visitarla y comprobar qué sucedió en la realidad del estadio. Las coloca en una tira de Sportcartagena que se anuncia como “El Tercer Tiempo”. Allí muestra a todos los aficionados y seguidores cartageneristas una serie de instantáneas que, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, vienen a ser el resumen objetivo todo lo que sucede cada domingo del FC Cartagena en el Cartagonova.
Especialmente esta semana he querido ver atentamente todas, lo he hecho y me he detenido en aquella en la que se ve al capitán Mariano Sánchez arengando a sus compañeros antes de saltar al terreno de juego. Me han impresionado sus rostros, con sus cabezas inclinadas, mostrando, como asustados, el terror que se les venía encima. Todos están abrumados, pensativos, cabizbajos, desilusionados, desorientados, espantados, distraídos, mirando para otro lado y, solo uno, Raimondi parece estar expectante a lo que arenga Mariano.
Esta fotografía es el fiel reflejo de todo lo que está siendo la temporada. Jugadores derrotados y sin ilusión, desanimados y rotos en su esperanza, vestidos con todo el miedo del mundo con terror añadido de lo que esperaban se les venía encima. Se muestran sobrecogidos y temerosos ante el resguardo arropador de Mariano, como corresponde a su veteranía, empeñado en levantarlos con sus palabras de ánimo.
Si el FC Cartagena tuviese muchos Marianos le iba a ocurrir con los rivales lo que a Obélix con los árboles, que los derribaría sin querer con sólo apoyarse. Mariano está mostrando en esta fotografía una estremecedora lección de hombría sin convenciones sociales. Mariano siempre tuvo un par de huevos, ahí están, forjados en partidos jugados en campos pelados, duros e imposibles. Decía el torero "El Gallo" que tenía que haber gente “pa tó”, el pinatarense es uno de ellos.
El Icue después del partido contra la SD Guadalajara ha llegado a pensar que en el FC Cartagena ya no caben más ociosos. Hemos alcanzado el límite de futbolistas carentes de compromiso. Sin embargo, el Icue sabe, corren vientos de rumor, que este Club debe cerrar el cupo, si lo hay, a cualquier desvergonzado que desee asomarse a la ventana del vestuario para hacer difícil la convivencia que obstaculiza enorme y extensivamente el compromiso deportivo de este querido club. Se está haciendo difícil en el presente el clima que por ahí se olfatea. Ya se conocerán detalles que ahora se esconden.
Raro es el día en el que el Icue no descubre algo inconfesable. Ni un tonto más, ni un desvergonzado más. Lo que debe hacerse, manifiesta el Icue, con semejantes personajillos, vestidos de ovejas negras, es ponerlos de patitas en la calle con lo puesto y su hatillo de ingratitudes adquiridas a la sombra de este club. ¡Hale, nene! ¡Carretera y manta, morreo, besos y abrazos y a la calle sin cobrar! ¡Te las apañas como puedas! para que llegues a ser, si no futbolista, hombre de provecho. Y es que ahora que los calores están ya ahí y como el Cartagonova cohabita con la Rambla de Benipila este FC Cartagena comienza a corromperse como el agua estancada en ella.
Debo despedirme, querido Icue, soy un utópico. No te importe, la historia está llena de utópicos. Sean frailes dominicos como Tommaso Campanella o como su maestro Tomás Moro que, inspirados en Platón, propugnaban educar a sus hijos de forma colectiva coronados por un monumento al Sol, o como Carlos Ríos Vidal que anunciando: “en el vestuario, el desencanto era grande, pero todos los jugadores están con ganas de volver a Alcoy y jugar ese partido. Cuando las cosas no salen se pone en duda la profesionalidad de los jugadores, pero vamos a dar más de cada uno”, puede ser condenado a “muerte” por los inquisidores, aunque, como sucedió con Campanella, logre evitar la hoguera fingiendo que estaba loco.
En este momento en el que se encuentra el FC Cartagena dice el Icue que la fuerza de los sentimientos debe caminar legítimamente pareja a la razón y hasta con el espíritu crítico: así debe ser. ¿Será que el Icue, sobre su zamarra blanquinegra, se ha colocado un traje verde esperanza, con hojas doradas de laurel, y así evocar a los héroes clásicos? Ay, ay, ay.
Pedro-Roberto J.P. En un “Rincón para Doce”. Dies 3/7: Nonae Martiae.
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