viernes. 29.03.2024
EN UN RINCÓN PARA DOCE

Un partido imaginario de lo que no pudimos ver

Al no poder ver el partido, nunca mejor dicho, voy a tocar de oído y no quisiera desafinar demasiado.Voy, imaginariamente, hasta llegar al Heliodoro Rodríguez a pasearme entre las obras arquitectónicas de Herzog & De Meuron y Calatrava en un concentrado de jardines, a salearme en sus playas de arena...
Al no poder ver el partido, nunca mejor dicho, voy a tocar de oído y no quisiera desafinar demasiado.

Voy, imaginariamente, hasta llegar al Heliodoro Rodríguez a pasearme entre las obras arquitectónicas de Herzog & De Meuron y Calatrava en un concentrado de jardines, a salearme en sus playas de arena y naturaleza volcánica, a pasear de compras, y, terminado el partido, poder trasladarme por esas peatonalizadas calles, que las han despojado de su antiguo carácter vetusto, cenarme un pescado fresco guarnicionado con unas papitas negras al mojo de cilantro y meterme en juerga en la noche cuando el calor tinerfeño no sofoca y la ciudad es aire y vuela.

Es una pena que esta tarde tenga que escribir de oído y un mucho o bastante distorsionadamente enradiado, será por aquello de que las ondas hertzianas han tenido que nadar por el atlántico, cruzar el estrecho, volar cruzando, hasta el norte, toda la península y llegar hasta mi ordenador en modulación de frecuencia.

No me gusta ni me apetece escuchar los partidos de fútbol por la radio, deseo presenciarlos, y no me gusta porque de lo que escucho imagino lo que no es, bien porque los narradores hablan de todo menos de lo que hay que hablar, bien porque el sonido llega demasiado gangoso, aun estando en el siglo veintiuno y no escuchando la Pirenaica, pues como si lo fuera, o bien porque la voz cazallera de los speaker se entremezcla con los ruidos, con los comentarios de los adlates, con la publicidad y no lo aguanto.

Ya sé que los encuentros son radiados con todo lujo de detalles por los expertos locutores arrastrando su afonía. No sé si es alérgica, un catarro mal curado, o por tensión acumulada en las cuerdas vocales.

La temporada pasada las televisiones amaban, hasta morir de amor, a nuestro, vuestro, suyo FC Cartagena. No voy a manifestar que este año nos odien, no, no. Olfateo que nos han dado calabazas y se han marchado a cortejar a casas de mucho más dote, que no juego. Ya saben donde hay dote, y si, además, son de los venidos a menos de La Primera división, no manda el buen juego del equipo departamental.

En este encuentro no nos han juntado, para querernos, ni la autonómica 7RM, ni Canal Plus ni tampoco aquella que se alimenta de los goles de los equipos dando nombre a la cadena.

Por todo esto, no sé qué artículo voy a hilvanar desde la televisiva, fundida en negro, del estadio Heliodoro Rodríguez López. Pongo manos a la obra para ver si las puntadas sirven para agradarles interesándoles.

TENERIFE 1 – CARTAGENA 1
El Cartagena salió al Heliodoro Rodríguez dispuesto a que se le volviese a considerar en esta Liga, y en menos de diez minutos le ganó el miedo escénico. El Tenerife, se llevaba todos los balones, no funcionaban las bandas y el centro de la defensa hacía aguas. Lo que escuchaba no me transmitía nada por su tediosidad. En esta tarde de domingo, los actores salieron al escenario para pronunciar sus versos sin titubeos, no se lo permitieron y sisearon. El resto de la función quedó para que nuestros actores se zafasen épicamente.

El partido ha sido un monólogo durante lo que duró, Mariano y Chus Herrero hicieron mutis por el foro dejándonos desprotegidos, y los oyentes quedamos satisfechos en la distancia por la forma que se pertrechaban.

El director de la compañía, Juan Ignacio Martínez, tuvo que comenzar a pensar, por si sucedía lo improbable, qué iba a contarnos y qué iba a disimular. El FC Cartagena jugaba con toda su artillería y no era cosa de decir que contra el Tenerife renunciaba a la victoria. Estaba sumido en la duda. Su equipo seguía sin gustar.

Personalmente me encantan los partidos en domingo por la tarde porque me envían al paraíso de la fantasía y, esta tarde más, porque nuestros jugadores se han sacado conejos agazapados de su sombrero palmero con magia defensiva de proeza.

La tarde ha llegado a mi hogar sin televisión a sus espaldas y he tenido que sentarme, en gustosa obligación, junto a la mesita camilla, cafelito y galletitas, a escuchar los episodios de un partido que se jugaba a largos kilómetros de distancia.

Y, volviéndome relator, he imaginado para ustedes esta última historia del partido y se la transcribo radialmente.

La va a tocar Toni Moral, ahí la tiene Toni, le sueltan una patada y cae, el árbitro se cobra el penalti que no se atrevió a pitar a Keko al comienzo de la segunda parte. Toma la responsabilidad Toché, el genio del fútbol cartagenero. ¡Siempre Toché! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio!... ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... y Goooooool... Gooooool... y deja el primero. ¡Quise llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Toché! Ha sido para llorar, perdónenme... ¿de que planeta viniste? Gracias Dios, por el fútbol, por Toché, por Toni Moral, por Casilla, por todas las lágrimas, por este... Tenerife 1 – FC Cartagena 1.

¿Y qué decir del árbitro extremeño Ceballos Silva, D. Andrés Manuel? Pues nada, que en Valencia le hubieran obsequiado con el grito de ¡Burro!
¡Amigos!, hasta el domingo que viene, no tengan miedo, que nos deleitaremos, si Dios quiere, recibiendo, para vencer a los de Tarraco. ¡Ay! ¡Ay!
 
Pedro-Roberto J.P. hoy en Villamediana de Iregua. Dies 3/10: ante diem quintum Nonas Octobres.

Un partido imaginario de lo que no pudimos ver
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