23 de febrero de 2015, 12:17
GUILLERMO JIMÉNEZ
Si no fuese porque aún creo en la seriedad de las personas, podría pensar -y dejarlo escrito aquí- que en el Cartagena se ha orquestado desde hace tiempo el maléfico juego de las tarjetas rojas que desarbola y saca de quicio a la recortada planilla del equipo una semana sí y otra también. Un desconcierto que llega a la afición, que no es de piedra ni es tan forofa y fiel como la del Betis, por ejemplo.
Decía servidor en anterior comentario que la vergüenza torera habría de ser el pasado domingo (22 de febrero) la que dominase en el comportamiento del equipo de Palomeque. Ignoro si apareció cerca de la Giralda la cacareada vergüenza torera por parte del equipo en la manera de afrontar la 'final' de Sevilla pero no me cabe la menor duda que si los jugadores no anteponen a todo, en los encuentros que quedan, la necesidad de no regalar los encuentros a los rivales dejando a los compañeros en inferioridad numérica, con autoexpulsiones sin justificación, los albinegros no llegarán a la jornada 38 con aspiraciones de salvación. No hará falta. Todo estará visto para sentencia sin más finales por medio. Y sin el recurso de la eliminatoria acabada la Liga para defender la categoría.
Arregle de una vez Sporto sus líos financieros, paguen lo que prometieron pagar de una manera mínima o adecuada para que los jugadores subsistan y eviten que el subconsciente traicione a los que tienen que resolver lo deportivo en el campo. ¿Es demasiado pedir?
