viernes. 29.03.2024
Francisco Belda González | Abogado

Prohibido dudar

Inevitablemente el lunes era el día propicio para que la particular idiosincrasia del cartagenero tomara parte en el asunto y en cada plaza de nuestra ciudad nuestro particular catastrofismo –y por qué no decirlo, “mala follá”- hiciera sonar comentarios del tipo “ya te lo decía yo”, “esto se veía venir…”...
Inevitablemente el lunes era el día propicio para que la particular idiosincrasia del cartagenero tomara parte en el asunto y en cada plaza de nuestra ciudad nuestro particular catastrofismo –y por qué no decirlo, “mala follá”- hiciera sonar comentarios del tipo “ya te lo decía yo”, “esto se veía venir…” Pero el domingo pasó y para evitar confusiones absurdas debemos tener dos cosas claras: una, que probablemente si preguntamos al emisor de tales frases cuántos partidos completos del Cartagena ha visto este año, a buen seguro le sobrarán dedos de una sola de sus manos; y segunda, que ninguno de ellos me podrá dar un solo dato objetivo que consiga alterar mi estado de ánimo siquiera por un momento.

La realidad es otra y muy distinta: al día de la fecha, el único equipo que tan sólo ha perdido un partido, de los veintidós equipos de la Liga Adelante, es el Efesé. Todos y cada uno del resto de equipos ya dejó de sumar en al menos dos encuentros.

Obviemos al Barça y la estadística de nuestro Cartagena admitirá comparaciones, en dicho aspecto, con cualquier equipo español, incluido el Madrid de “la excelencia” (toma ya!).

Pero es que, además, hemos de ser conscientes de que la suerte no ha tenido importancia alguna en la brillante trayectoria de las primeras once jornadas, en absoluto, ya que al menos dos partidos de los empatados podían haber caído de nuestro lado. En todas y cada uno de los encuentros disputados hemos sido rotundamente superiores en juego, intensidad y disposición táctica a cualquiera de nuestros rivales.

Nada por tanto nos ha sido regalado. Sólo se puede concluir que lo conseguido hasta la fecha no es sino mérito indudable de los jugadores, cuerpo técnico y, por qué no decirlo, de una afición que es capaz de viajar con el equipo sumando más 8.000 miembros o que tras la primera e inapelable derrota despide al equipo con una ovación efusiva y sincera, mostrando una perfecta comunión con el equipo. Que yo sepa todo ello sigue ahí y nada ha cambiado, ¿no? ¿Qué motivo cierto hay entonces para estar preocupado?

El hecho concreto de que tras el cénit histórico que supuso el partido en Murcia -con la mala fortuna adicional de tener que modificar forzosamente casi la mitad de la alineación habitual- haya llegado el primer tropezón no creo que deba entenderse sino como un paso más. Siendo como somos concientes de que llegarán nuevas derrotas, dejemos de darle una importancia irreal a la primera de ellas, puesto que incluso los que asciendan a Primera no lo harán con menos de 8 ó 9 en su haber.

En definitiva y como diría el ínclito Joan Laporta: “Al loro, que no estamos tan mal…” (la gran diferencia es que, en este caso, es verdad…)

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