23 de mayo de 2015, 11:33
GUILLERMO JIMÉNEZ
Cuando vaya a empezar la segunda parte del Cartagena-Las Palmas Atlético será la hora de los recuentos, pero no de lo que haya hecho el club albinegro en la campaña, que eso quedará para el domingo siguiente en Canarias, tostados al sol isleño de las 12 de la mañana. Será el momento de comenzar a analizar los capítulos de la más esperpéntica temporada que he podido conocer en nuestro fútbol, en la que ha ocurrido de todo (menos secuestros y muertes, que ya sería el colmo), por lo que sabemos hasta ahora y por lo que todavía no sabemos, que aún puede ser lo más grave y lacerante.
Este domingo a la hora en que amarillos y albinegros juegan en el Cartagonova la promoción de permanencia (eso de playout me cae gordo, prefiero el castellano) se abren las urnas y será el escrutinio de votos. Para mí ya hay un ganador: el grupo de Paco Belmonte, sin entrar en los comicios. No tengo por qué poner en marcha el botafumeiro. El contraste entre el desastre de Sporto y el aire fresco aportado por hombres de buena fe, eficaces y activos, osados al mismo tiempo, es brutal.
Mas lo que quiero es dedicarle unas líneas a esta antesala de la finalísima (sin vuelta de hoja) que se juega con Las Palmas Atlético. Porque puede marcar el curso de la historia del fútbol en Cartagena, dos resultados, dos marcadores, una eliminatoria colocan un antes y un después. Todo esto está en juego y como la afición lo sabe está respondiendo (porque la llamada de Belmonte engancha como nadie ha enganchado) y no me extrañaría que los 11.000/11.500 de la tarde de La Roda en el estadio puedan ser 12.000 o más para confirmar la madurez de la masa de seguidores. Si es así cada vez nos pareceríamos más a las extraordinarias aficiones de Cádiz y Oviedo, que van a pasar en dos jornadas por un trance mucho más alegre y motivador.
Me consta que los jugadores que salgan de albinegro este domingo van a dar el do de pecho para salvar todos los obstáculos inimaginables que han surgido en el camino. El último es anecdótico y nos lo acaba de dar primero el Juez Único de Competición y después, tras el recurso del Cartagena por la famosa tarjeta del portero Limones, Apelación con unos argumentos que yo respeto pero que, puestos en el tapete de la realidad, los señores que resuelven soy en este punto travieso, insolente y malpensado y digo que con alguna estrella del fútbol, no se habrían atrevido. Con Casillas seguro que, en un caso similar, la cartulina habría sido borrada. Y todos contentos.
Un posible éxito cartagenerista en los dos próximos partidos, ante el cúmulo de problemas fundidos en meses para poder mandar al carajo a un club, pueden hallar freno, hacer historia y no tener parangón. Y el equipo y su afición, y sus nuevos rectores puestos a ser optimistas, porque no hay otra, tocarían el cielo con los dedos ante la apertura de una historia más prometedora, sin precedentes para el Cartagena.
Para todo, y sin vender mantas y peines en el mercadillo con arte como el famoso ambulante Ramonet de Orihuela, ante esto hay que tener empeño, decisión, unidad y una pizca de suerte. En tarde de urnas y votos cuando, pase lo que pase, más de cuatro y más de seis ya hemos votado por Belmonte y su grupo.
