viernes. 19.04.2024
Jotaefe | Dibujante

De árbitros y almorranas

A consecuencia de lo primero, para mí es como si hubiese ocurrido ayer un episodio protagonizado por un tal Herencia Jurado (los más entraditos en años sabrán de qué hablo) y, cuando pienso en él, todavía tengo que rascarme por la comezón (o picacera, en cartagenero) que me da.Por culpa...
A consecuencia de lo primero, para mí es como si hubiese ocurrido ayer un episodio protagonizado por un tal Herencia Jurado (los más entraditos en años sabrán de qué hablo) y, cuando pienso en él, todavía tengo que rascarme por la comezón (o picacera, en cartagenero) que me da.

Por culpa de lo segundo, lo de la falta de paciencia, los picores me entran cuando oigo o leo cosas como “vamos a dejar de llorar y hablar de los árbitros y vamos a hacer autocrítica…”

Veamos. Llorar, para mí, es sentarse en un rincón sorbiéndose los mocos, autocompadeciéndose y bajar los brazos y dejar de luchar. No soy partidario de llorar, claro que no. Hay que seguir luchando, apretando los dientes, mordiendo,… pero tampoco callando. Los robos y las injusticias hay que gritarlos y denunciarlos, una y mil veces. Me falla la paciencia con esos que aconsejan a las víctimas que no denuncien los maltratos y soporten el dolor en silencio, como las hemorroides.

El fútbol es un juego al fin y al cabo y, por eso, esos “robos” que se cometen a veces no suelen terminar en los tribunales de justicia. Los árbitros son humanos (creo) y por eso a veces se equivocan. Pero también son jueces y, a veces, también prevarican, es decir, dictan sentencias injustas a sabiendas de que lo son. Y hay quienes quieren que cerremos los ojos a esos “delitos”, hagamos como que no ha pasado nada y pongamos la otra mejilla el próximo partido. Dejando aparte arbitrajes malos y errores humanos, sólo con que no se hubiesen producido los dos atracos (con pasamontañas y recortada) contra el Elche y el Nástic, hoy el Cartagena sería líder.

Ahora que lo pienso, también me falla la paciencia con los que piden autocrítica, cuando lo que realmente dicen es poder criticar a todo lo que se menea: al entrenador por alinear a fulano y no a mengano, al presidente por dar o no dar primas, a los jugadores por… etc. etc. ¡hasta al periódico por reflejar opiniones que no coinciden con la suya! Y, realmente, autocrítica, autocrítica, sería criticarnos a nosotros mismos y preguntarnos qué es lo que no estamos haciendo bien como aficionados. Y es que como “aficionados” dejamos un poco que desear y deberíamos ser un poco más “profesionales”. Deberíamos de ser capaces de llenar el estadio, estando el equipo como está, en posiciones de lograr algo grande, estando en la recta final, y necesitando de nuestro apoyo. Deberíamos ser capaces de gritar más que los aficionados de la Real Sociedad, que ellos eran treinta y se oían a veces más que a nosotros, que éramos diez mil. Y deberíamos de ser capaces de callarnos las peticiones de dimisión y cosas así para cuando llegue el momento (si es que llega) y ahora limitarnos a apoyar.

Volviendo al principio, y hablando de árbitros, yo voy a seguir haciéndolo. Lo hice ayer, lo hago hoy, y lo haré mañana. Porque hay episodios que se quedan grabados a fuego en mi memoria, y cuando tenga nietos y les cuente historias de miedo, además del Coco, el Tío del Saco y Herencia Jurado, ahora tengo también a otros personajes: Melero y Piñeiro.

Los árbitros, como no son hemorroides, no los voy a sufrir en silencio. Y aunque no consiga nada con ello, voy a denunciar los atracos una y otra vez. Porque es un ejercicio muy sano ejercer las libertades, como la de expresión. Y el pataleo es un derecho también.

De árbitros y almorranas
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