jueves. 25.04.2024

Ese ruido de sables, ¿por qué?

Lo que escribo no es una proclama favorable al preparador, porque sí. Tampoco es un cheque en blanco a favor de PL, pero sí digo que lo único que justificaría la salida temprana del responsable técnico hubiese sido la prolongación del desconcierto del equipo cartagenerista y la mala imagen que se...
Lo que escribo no es una proclama favorable al preparador, porque sí. Tampoco es un cheque en blanco a favor de PL, pero sí digo que lo único que justificaría la salida temprana del responsable técnico hubiese sido la prolongación del desconcierto del equipo cartagenerista y la mala imagen que se dibujó en el campo ante el Barcelona B.

Enseguida del desaguisado frente a los catalanes se vio reaccionar al conjunto albinegro ante el Numancia y solo la lotería del desempate por lanzamiento de penaltis decidió el triunfo de los de Soria. Y días después con todo el cansancio acumulado por el esfuerzo del miércoles en la Copa del Rey el equipo de PL volvió a dar la cara, mantuvo un buen tono y ya se vio que solo una zancadilla múltiple, con errores arbitrales  de alto calado en el epicentro, sirvieron para que el partido acabase en 3-2.

Lo que sucede es que la impaciencia es mala consejera en todos los órdenes de la vida y son bastantes los impacientes que no ven capacidad en el entrenador para que en cuestión de cuatro semanas el Cartagena se encuentre al menos en mitad de la tabla y acabar con la psicosis. Lo más sencillo sería despedir ya a PL pero no lo más recomendable ni lo más justo, entendiendo que errores iniciales cometidos por el propio entrenador ya han sido reparados con la prontitud necesaria. Si el de Silla no hubiese tocado la corneta para alinear a su gente con otro talante, el primero en firmar su despido sería servidor. Dentro de la lógico de que un periodista no debe estar para fichar o despedir a un entrenador, a un jugador o al utillero.

Solo falta ahora -que no es poco- una victoria y si es convicente, de la mano de un 'jogo bonito', mucho mejor, para que en la masa de la grada haya serenidad y se haga el pan de calidad que nos han prometido desde la instancia presidencial. En Sabadell el conjunto evidenció progresos en todos los comportamientos, aun con fallos. Simplemente con sostener esa línea, superándola un poco, es imposible que los fracasos del marcador sigan.

Me da mucho miedo, por experiencia, toda competición en la que un grupo humano, en el trabajo, y en el estadio los aficionados tengan que estar pendientes de los cambios en el organigrama de un equipo que, de por sí, se sabe que dispone de herramientas para ir escalando posiciones y dejar las cosas en su sitio. Aun con carencias y con hombres que no están ni al 55% de su rendimiento normal. Todavía con la ausencia de ese par de jugadores pedidos por PL que finalmente no han llegado, solo por decisión del jefe supremo de este cuartel.

Cualquier comparación que se haga de la actual situación con la vivida la pasada campaña cuando los resultados comenzaron a flaquear y JIM comenzó a perder carisma y tener adhesiones y repulsas al 50 % en la grada no tendría base desde la realidad de que PL se ha encontrado desde julio con una plantilla con 15 caras nuevas, circunstancia muy diferente a la de la etapa anterior, en la que el plantel había triunfo plenamente hasta rozar el ascenso a Primera con los aciertos de JIM como estratega, por el propio desgaste del equipo (jugadores no en la misma forma de rendimiento) y el también normal desgaste del hoy técnico del Levante.

En tanto los progresos de Paco López sean evidentes, y lo han sido en los dos partidos precedentes ante Numancia y Sabadell, a falta de la confirmación, fomentar el ruido de sables y un clima caprichosamente adverso porque sí, de desconfianza y proclive a la ansiedad, propicio al despido sin más argumentos que los resultados -que llegarán con un poco de madurez y sentido de la lógica- sería injusto y dejaría en evidencia a los que aún no saber valorar el trabajo de un entrenador que parece estar respaldado por el sentir de sus propios jugadores. Si es verdad que hay piña y no son palabras huecas, no habrá problema en este Cartagena que hoy suscita dudas.

Ese ruido de sables, ¿por qué?
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