jueves. 25.04.2024

Sabor de dignidad dorada de Albariño

Ya ha llovido desde aquellas fechas. Fue en el mes de Agosto de 1990. El articulista se había pasado todo el mes de Julio en Madrid presidiendo un tribunal de oposiciones a Cátedra de Instituto de Bachillerato, terminé cansado y hasta un tanto agobiado, hastiado y estresado e intuí que...
Ya ha llovido desde aquellas fechas. Fue en el mes de Agosto de 1990. El articulista se había pasado todo el mes de Julio en Madrid presidiendo un tribunal de oposiciones a Cátedra de Instituto de Bachillerato, terminé cansado y hasta un tanto agobiado, hastiado y estresado e intuí que los opositores, no los que se ganaron una plaza, terminaron hasta desesperados. 

Para resarcirme del stress, del cansancio y del hastío opté descansar con mi señora en tierras gallegas durante prácticamente todo el mes de agosto. Fue un mes inolvidable.

Recorrer por carretera las rías gallegas fue un placer sólo comparable a navegarlas en un velero silencioso. Juntamente fuimos visitando parroquias y concejos siguiendo caminos llenos de curvas, ahora en dirección al mar, ahora buscando el interior, dejando el curso del agua a un lado o al otro, viendo las bateas de los mejillones, los barcos que pasaban continuamente, islas grandes y pequeñas salpicando el litoral, playas aquí y allá, personas mariscando y, siempre mujeres...

Nos cautivaron, prácticamente todas las horas del día, esas rías mostrándonos y ofreciéndonos un espectáculo hermoso y cambiante: mareas de ida y vuelta, diferentes tonos de la luz, uno se pasaría el día mirándolos, que nos mostraban un paisaje que, siendo el mismo, nada tenía que ver con el de la tibieza rosada del amanecer, ni con el del brillo duro del mediodía o con el de la calidez y sombreado de la tarde.
Y, viendo jugar al Cartagena junto a la torre de Hércules, me he acordado de todo lo anterior. 

Aquel embeleso fue el mismo que esta tarde, en hora clásica de fútbol, he sentido, saboreando con deleite, como nuestro, vuestro Cartagena perdía con esa dignidad de sabor albariño que, abandonando su color dorado, pudo tornasolar, aun vistiendo de amarillo, en blanquinegro. El FC Cartagena, no de repente, sino desde la víspera de la pasada Nochebuena, Ríos llegó, y fundamentalmente hoy, ha deseado recordar y homenajear a la heroína María Pita y, como ésta hizo en 1589,  se ha empeñado en defender su honor como ella defendió su ciudad contra los invasores ingleses, matando con su lanza de tres puntas a este Deportivo como si fuese aquel alférez que, al grito de “Quien tenga honra, que me siga”, luchó por la libertad. 
No ha podido ser. Qué me importa, si hubo dignidad y seriedad, ritmo y ausencia de acomodo e inconformismo frente al mejor equipo de la categoría que se ahogó y terminó pidiendo la hora. 

Sé que se ha perdido. Me van a perdonar, por lo que a continuación van a leer, lo he visto, lo he sentido así y, aun perdiendo, así lo cuento. La derrota de hoy debo analizarla con esa metáfora vinícola con la que titulo. El equipo FC Cartagena del gran Ríos, juntamente con sus futbolistas, hoy se ha parecido a ese buen vino salido de uvas aromatizadas, a veces un poco áspero y verde, con recuerdos de aromas sutiles, de fresca suavidad y elegante dulzura como ese dorado vino Albariño que hoy pudo perder su aurífero color y ser sustituido por ese otro alto o pasado de color y cuerpo, de procedencia mediterránea que le proporciona frescura, afrutado y últimamente equilibrado aprovechando las cualidades de su uva Monastrell. 

¡Qué paradoja! Suele suceder y así está sucediendo, desde no hace mucho, con el equipo cartagenero, hay que tocar fondo para tomar impulso, remontar el vuelo y hacer de la necesidad virtud. Pocos equipos habían hecho más el ridículo que éste nuestro, protagonista de una antología del disparate en serie, personificado en toda la primera vuelta ya finiquitada. 

Henos aquí, en el primer partido de la segunda vuelta y comenzarla como se ha comenzado. ¡Qué pena! El empate se ha tenido ahí. Sí, se ha perdido y no pasa nada. Este equipo sale de Riazor pidiendo día, cita y hora para levantarse, completar otra excelente actuación, reivindicar su fútbol y conseguir gananciales resultados.

Este equipo que comenzó la temporada siendo pacífico e inoperante, inanimado e hipotenso y extremadamente vulnerable se ha transformado, lo hemos visto, en un equipo con capacidad para llevar la contraria, rebelde y atrevido y mandar la exactitud matemática futbolera al carallo. 
Hoy ha sido, fundamentalmente desde la mitad de la segunda parte, un equipo furioso y encolerizado, dado al arrebato, cautelosamente ruidoso y también sorprendido por su bienandanza ante el gallo de la clasificación. Esta tarde, a la hora del asiático, estos futbolistas quisieron, con estupenda media hora de juego, coronar con algún punto que fuese perla entroncada en un rosario de felicidad que, engarzada en el Atlántico, sirviera para consolidarse en el Mediterráneo.

El FC Cartagena ha luchado y aguantado como un jabato, estaba convencido de que la astrología, los dioses del fútbol y la ventura iban a estar de su parte. No ha sido así, con la dignidad que esta tarde mostraron, este equipo, estimados lectores, ya se parece más que nunca al mejor Cartagena. Es por eso por lo que esta derrota  tiene sabor de dignidad dorada de Albariño. ¡Ay, ay, ay!

Pedro-Roberto J.P. En un “Rincón para Doce”. Dies 1/29: Ante diem quartum Kalendas Februarias.

http://lamedusapaca.blogspot.com. En Twitter: @Logrocartg.

Sabor de dignidad dorada de Albariño
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