28 de octubre de 2014, 21:07
Los dos entes que trabajan por y para la profesión de entrenador de fútbol se ve que persiguen con celo, meticulosidad, insistencia y ferocidad, y por libre, a ambos técnicos.
Ante esta situación creo que el Cartagena sólo tiene dos salidas: A) Recurrir a una solución casera, provisional y barata, como es la de colocar a un preparador de la casa al frente del equipo, por ejemplo como el responsable de la preparación física, el andaluz Cuesta. Y B) Contratar, desde luego invirtiendo un dinero, un nuevo entrenador de los que están en el mercado en expectativa de destino y darle libertad de acción.
Esta situación transitoria no favorece lo más mínimo al Cartagena, necesitado de estabilidad para poder desenvolverse con normalidad en el orden deportivo. Parece que fuese como si la Federación y la Cenafe estuviesen de acuerdo en aplicar un castigo sin demasiadas pruebas o sin ninguna en las últimas semanas. El cuerpo técnico ha procurado muy mucho no incurrir en errores ante los supuestos férreos controles, Julio Ribas ha permanecido más de un mes en Uruguay con la historia de su papeleo pero aun así le ha caído una sanción y también a Simón. Castigo del mismo calibre.
¿Qué hacer en la situación del Cartagena? Todo menos cruzarse de brazos. Tendrá que designarse un responsable con todos los avales del club para llevar las riendas técnicas, mejor con libertad que coartado, en busca de la normalización que se echa de menos desde antes de comenzar la temporada, en una precampaña malísimamente planificada: pónganse de acuerdo ahora todas las facciones del club, que no son demasiadas, para abordar una solución coherente con resultado urgente.
