27 de agosto de 2015, 17:05
GUILLERMO JIMÉNEZ
La nueva empresa que conduce la televisión regional ha ganado la primera baza de los hechos. No me detengo a dar con detalle la realidad de que el Cádiz-Cartagena del sábado en el Carranza va a ser finalmente ofrecido en directo por el grupo Secuoya pero en el tema poco ha tenido que ver el FC Cartagena, que tiene claro lo que pretende y sigue en espera de negociaciones globales.
Días atrás decía yo en redes sociales que no era justo que de antemano se arremetiese contra la 7tv por el hecho de que llegase antes a un acuerdo con el Real Murcia para ofrecer los partidos de los grana. Enseguida los escamados por situaciones anteriores levantaron las críticas en Cartagena y me acordé de aquello tan socorrido de la venda puesta antes de que nos arreen la pedrada.
Sin duda el encuentro de Cádiz en teoría es uno de los mejores de la campaña en Segunda B, es un a modo de caramelo para los aficionados de Cartagena que podrán seguir a su equipo el sábado en la 7tv, al margen de las negociaciones que mantiene el club con la entidad responsable de la televisión regional para llegar a un convenio centrado en la temporada. Un tema en el que unos y otros tendrán que hacer muchos números, nada millonarios. La nueva televisión de la Región de Murcia no ha llegado a ganar el concurso para despilfarrar y por ello se ajusta a un presupuesto que no dará pie a grandes dispendios. En la etapa inmediata anterior el presupuesto de la tele autonómica era tres veces el actual. No digo más.
Y Paco Belmonte, desde la vertiente cartagenerista, tiene que buscar el euro porque el concurso de acreedores aprieta y los recursos económicos no llueven del cielo. Por una sencilla razón: nadie en las alturas del fútbol ha dado en el clavo de que de la jugosa tarta de la televisión de los 'grandes' se reparta una cantidad decente y consistente en favor de la pobre Segunda B, tan maltratada en todos los aspectos. La reforma de la división no llega, parece condenada a ser así por los siglos de los siglos, y la mayoría de clubes navegan en un cascarón inviable en un océano de trampas si no se hacen presupuestos coherentes para poder cumplirlos.
