jueves. 28.03.2024

Txiki, un Acciari para el Cartagena

 GUILLERMO JIMÉNEZ Es verdad que Cristian Urbistondo (Txiki) se dejó la piel cuatro temporadas en el Cartagena por la banda derecha de la defensa, con el ‘2’ colgado en la chepa o por el centro de la línea de cuatro. En una u otra función soltaba estopa. Contundente, se anticipaba casi...

 GUILLERMO JIMÉNEZ

Es verdad que Cristian Urbistondo (Txiki) se dejó la piel cuatro temporadas en el Cartagena por la banda derecha de la defensa, con el ‘2’ colgado en la chepa o por el centro de la línea de cuatro. En una u otra función soltaba estopa. Contundente, se anticipaba casi siempre. Cada una de esas campañas fue diferente. En la inicial en Segunda B había dejado el Murube, el campo del Ceuta, y los viajes en el transbordador a Algeciras, para alojarse en un club que ansiaba ascender a Segunda. Lo logró y fue en mayo de 2009, con ayuda divina posiblemente con el guiño de la Virgen de la Caridad, en la final de Alcoy, invocada por la afición en la grada que se comía las uñas, y con el equipo entre las cuerdas y el capitán Mariano ‘roto’ y desarmado como el ejército rojo por Franco. Juan Pablo, el delantero tanque y trompo descartado por Paco Jémez, paradójicamente hizo el gol del 2-2 a pase del mágico balear Carlos Carmona en un balón a huevo tras el muy oportuno resbalón del defensa alcoyano Fernando Martín. Todo se confabuló en dos segundos en contra del equipo con más moral del mundo para que la alcaldesa Barreiro, que nunca va al fútbol pero hizo excepción y acertó, acabase duchándose con Mariano en El Collao, vestidos ambos (claro) y con el agua salpicándole en el rostro a Paco Gómez.

 
Después aguardaron a Txiki tres años futbolísticos en un Cartagena que sorprendió en los dos primeros con Juan Ignacio Martínez (JIM, bautizado así por Manuel Ángel Balaguer). El defensa barcelonés como la levadura en la harina provocó el crecimiento  sin más aditivos que su coraje, facultades físicas y su imparable afán de progresar. Fenómeno, fenomenal  aquel Txiki, en contraste con el que toparía en su cuarta campaña, tercera en la Liga Adelante, cuando el chirigotero Carlos Ríos pasaba de él como entrenador y la alada insistencia de lesiones intermitentes desarticularon a Txiki como a un comando del Grapo la Policía en los 70. Ya no era el mismo Txiki y para más inri tenía en el centro de la zaga a un Abraham Paz que, con sus tecnicismos, cuando fallaba lo hacía como una escopeta de feria y vendía a los demás. Y Txiki salió fuera de los esquemas, abatido, y tuvo que abandonar el equipo con el que estaba encariñado. Recuerdo una despedida que le hicieron sus amigos y admiradores en una cafetería de la Alameda una tarde de junio.
 
El barcelonés retornó a Cataluña, ya con familia formada en Cartagena y antes de que tocase la campaña del cierre de fichajes, en los últimos minutos firmó en el Girona, en Segunda, donde las exigencias eran altas. Su estancia en el Montilivi (8 partidos), estadio al que retornaba después de ocho años, nada se pareció a ninguna de las cuatro como cartagenerista aunque las campañas gerundenses fueron buenas para el club, hasta con aspiraciones de ascenso,una empresa que se les niega. Ya se vio ante el Real Zaragoza en un increíble partido de remontada de relato terrorífico de Allan Poe. Y Txiki volvió pronto a donde pasó sus mejores años de futbolista, llevado muchas veces en volandas como Paquirri por la grada. Hoy es Ceballos como Txiki era desde que llegó al Cartagonova: un jugador valorado y apreciado.
 
Mas Txiki en su retorno a la Región de Murcia tuvo que bajar escalones y ubicarse en un equipo de Tercera, si quería seguir en activo con el balón, y con un sueldo que no llegaba a mileurista  a tono con la categoría. Una buena campaña en La Unión, sin que ello sirviese para que Pedro Reverte lo recuperase de inmediato para el Cartagena ante la escasez de defensas (error del inteligente director deportivo lorquino, hoy en el UCAM)  y después cambio de localidad y equipo: Pinatar. Mariano Sánchez su ex compañero cuatro años y Carlos Trasante, entrenador, le dieron cobijo. Txiki fue de los mejores la pasada campaña colocado en posición adelantada por delante de la zaga.
 
Hoy se me ocurre, con atrevimiento y un poco de imaginación, ver un paralelismo entre Txiki y José Luis Acciari, el mítico futbolista argentino del Real Murcia. El mediocampista del vendaje de  pacotilla en su brazo derecho que una mañana 'chuleó' y enervó a la grada del Cartagonova, a sus 36 años y con la aquiescencia de un árbitro malagueño, ha sido un símbolo en La Condomina y en la NC después. Un jugador muy práctico y rentable. Un futbolista de club. Antipático para la afición del rival. Ha mantenido el tipo y estirado sus servicios a  los granas. Acciari fue una apuesta personal de Jesús Samper, si no estoy en error –lo estoy demasiadas veces-, el premio a los sacrificios y a los goles del criollo de San Miguel; muchas veces  con tantos marcados a la remanguillé  aunque alguna vez sirvieron para ascender al Murcia. Un día de certero desvío con la coronilla hizo un gol al Levante que fue un salto de categoría y puso la grada pimentonera bocabajo.

 
Hoy Cristian Urbistondo ‘Txiki’ a propia petición puede ser una apuesta de Paco Belmonte y de Víctor Fernández, con el que se abrazó muchas veces en encuentros de delirio en la fase del mejor FC Cartagena de todos los tiempos. Txiki quiere ganarse un puesto en la pretemporada y solo él tiene la palabra. No sé si acabará siendo una segunda versión de Acciari, pero lo que dejo escrito no es para nada una carta de recomendación. Belmonte y Víctor Fernández sabrán lo que tienen que hacer.

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