viernes. 19.04.2024

Dos vías de salvación

GUILLERMO JIMÉNEZ   Pedro Cordero ya ha hablado  -con serenidad, sin precipitarse- en las últimas horas en la práctica totalidad de los medios de comunicación de Cartagena, respecto a su propósito de ayudar al equipo de su tierra, que es la nuestra, claro. También lo ha hecho para este medio, una vez...
GUILLERMO JIMÉNEZ
 
Pedro Cordero ya ha hablado  -con serenidad, sin precipitarse- en las últimas horas en la práctica totalidad de los medios de comunicación de Cartagena, respecto a su propósito de ayudar al equipo de su tierra, que es la nuestra, claro. También lo ha hecho para este medio, una vez que salió de la dirección deportiva del Córdoba donde no le dejaban expresarse desde la superioridad cara a la prensa. Ahora ya no tiene mordaza que le impida hablar.
 
La idea genérica de "ayudar al Cartagena" es buena y loable para quienes conocemos los golpes de mar que han sufrido los capitanes del barco. Zozobra el cascarón albinegro y, al margen de la gestión y el proyecto de Belmonte, que ancló en estas aguas hace más de cuarenta días, aparece por otra vía Pedro Cordero, ayudado por su hermano Juan Carlos, la mano derecha de Pina en el Granada.
 
No deben de pasar demasiados días  para que las gestiones de unos y de otros, por vías diferentes, se vayan conociendo en estos  momentos en los que el FC Cartagena ha alcanzado unas cotas inimaginables de transparencia informativa de la mano del gestor Paco Belmonte, tras los 'misterios' indescifrables de Sporto.
 
El tiempo apremia, el 30 de junio se acerca a la vuelta de la esquina y lo único que se sabe es que -y no es poco- hay un desembolso económico pendiente y muchos pasos aún por dar. El grupo de Belmonte tiene adelantada un tanto la labor por haber llegado y convencido con su comportamiento:  seriedad, claridad, rapidez  en la gestión y cumplimiento de todas las promesas hechas, más la permanencia deportiva. El prestigio del grupo está ya alcanzado sin menoscabo de lo que pueda suceder al final de esta historia.
 
La llegada de los Cordero con un alto bagaje de conocimientos del fútbol - en primera instancia Pedro, respecto a proximidad con Cartagena; en segunda fila Juan Carlos, en Granada, y en otro ámbito Jorge, que es director deportivo del Cádiz- viene a confirmar la realidad de un bonito eslogan que me encanta: "El Efesé nunca caminará solo".  Así en estos momentos se desprende de los acontecimientos que el Cartagena tiene dos balas en la recámara de la salvación.  Dos vías. ¿Compatibles? Probablemente, no. Pero son dos vías fiables, por lo que se palpa y  por lo que se adivina.
 
En la calle se preguntan si no es factible unir esas dos vías para conseguir una autopista hacia la prosperidad del equipo y su eterna estabilidad, sin necesidad del llamado 'injerto' de la compra de una plaza en Segunda B. Pero me parece que no es tan sencillo como desearlo desde el cartagenerismo. 
 
Llegan momentos de espera y en esa espera - en diversos frentes- falta conocer la respuesta de la nueva Corporación municipal que este sábado toma posesión. No van a llegar los nuevos  ediles con la máquina de fabricar billetes, pero seguro que en la medida de la legalidad y de las posibilidades, el nuevo Ayuntamiento se sumará al empujón que necesita el club para entrar en una etapa de coherencia y normalidad que haga posible la devolución de esa ayuda con el reclamo del turismo, una de las principales industrias, cuando se entre en la Liga Adelante y se pueda aspirar a lo que ya se aspiró al rozar con JIM la yema de los dedos: el ascenso a Primera. 
 
A lamentar que la presión y la riada de las críticas (algunas exageradas, desproporcionadas e injustas)  días  atrás, haya dejado fuera al presidente de la Federación de Peñas. Pencho Angosto. Es la peor noticia en contraste con las dos vías de la esperanza que se han abierto para la salvación del club.

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