sábado. 20.04.2024

Una vuelta después, marejada en el Mediterráneo

Siempre que el articulista acude a Barcelona, y últimamente lo hace con bastante frecuencia, procuro visitar tres emblemáticos lugares donde casi siempre suelo quedarme boquiabierto, impresionado y ensimismado ante esas tres maravillas situadas en el corazón de esta ciudad: La Sagrada Familia, el Mercado de la Boquería  y la catedral...

Siempre que el articulista acude a Barcelona, y últimamente lo hace con bastante frecuencia, procuro visitar tres emblemáticos lugares donde casi siempre suelo quedarme boquiabierto, impresionado y ensimismado ante esas tres maravillas situadas en el corazón de esta ciudad: La Sagrada Familia, el Mercado de la Boquería  y la catedral de Santa Mª del Mar.

Pasear por Barcelona siempre ha significado descubrir el universo de Antoni Gaudí, tomarme un buen aperitivo junto y en Pinotxo, allí en ese su bar, centro clásico de reunión, situado a la entrada de ese mercado catedral del arte gastronómico y empaparme de ese gótico desparramado por todo el Born en el que el mar, de repente se transforma en catedral.

Estas tres visitas representan para el articulista lo mismo que ha representado el partido de nuestro Cartagena contra los pequeños del Barcelona: un auténtico regalo lleno de virtudes, viendo jugar a estos infantes culés, como ese arte repartido por cada uno de los rincones de la Ciudad Condal.

Al FC. Cartagena le ha pasado esta tarde lo mismo que le sucede a ese turista cuando llega a la Sagrada Familia, ha sentido cierto desconcierto. El Cartagena como los turistas se ha agolpado junto a los alrededores, como no queriendo entrar en el estadio ni en el partido y se ha quedado atrapado, como el viajero, por los andamios que son el marco que encuadra la gran obra del conocido como “Arquitecto de Dios”.

Ha cruzado el portón y los colores azulgranas le han deslumbrado y obnubilado no dejándole imponer alguna pequeña mota de agresividad en un incipiente  y temeroso juego que no le ha permitido tejer ni una pizca de fútbol que, desde la llegada de Ríos, alumbraba.

El Cartagena ha deslizado la mirada por cada una de las esquinas del Mini-Estadio, ha alzado los ojos recordando lo que cantó Joan Manuel Serrat con aquello de: “Niño, deja ya de joder con la pelota”, eso no se hace, eso no se toca”, dejándole esa desagradable sensación de desilusión vertiginosa en su estómago cartagenerista.

El FC Cartagena ha deambulado desde el inicio. Ríos se ha equivocado gravemente en la alineación. Si se estaba funcionando, ¿por qué esos alocados cambios? Él sabrá. Pero estos niños cantores e intérpretes del mejor fútbol nos han crucificado como a ese Cristo que se muestra en ese inmenso baldaquino del templo gaudiano.

El FC Cartagena ha levitado en medio de tanta grandiosidad futbolística. Los racimos de uva en vidrio, hasta cuatro, han caído por los bordes y las tonalidades amarillentas del vestido que hoy vestían los de la Ciudad Trimilenaria del Mediterráneo.

Desde el exterior, desde la ventana de la televisión autonómica nos han vuelto a dejar sin respiración. Tres jugadores, Rafinha, Rodri y Gerard Deulofeu, han sido como los tres pórticos, los únicos que Gaudí vio concluir y que simbolizan la Esperanza, la Fe y la Caridad.

Esperanza, Fe y Caridad, símbolos de ese templo expiatorio, son las virtudes en las que deben confiar los de Ríos para salir de la zona de descenso. Estoy seguro, ya lo está siendo, que en estos días será el único tema de conversación en Cartagena. Lógico, por la importancia que tiene para cualquier equipo permanecer  en esa escalera que tanto costó alcanzar. Las tres virtudes hoy han desaparecido porque, se diga lo que se diga, este sábado ha tocado ir al Mini-Estadio a rencontrarse con el peor verdugo de los blanquinegros esta temporada.

Ha pasado ya una vuelta completa desde la mayor calamidad que ha parido el equipo de los Lópeces, ahora de Ríos y siempre de D. Francisco Gómez y de los abonados, simpatizantes y aficionados. El Cartagena-Barcelona B resultó el peor partido que ha disputado este equipo cuando Quirantes estaba a punto de marcharse por la puerta falsa.

Solo perdieron por cuatro goles (0-4), como hoy. Si en septiembre la imagen ofrecida ante unos adolescentes generó muchas dudas en un inicio de campaña, era la tercera jornada, hoy la imagen que se ha dado ha sido una imagen de equipo derrotado y exento de brillantez.
Ha pasado una vuelta desde entonces. Esta tarde el once de gala de Ríos no ha tenido nada que ver con el que se enfrentó entonces a los azulgranas. Sólo han repetido Reina,  Manolo Gaspar,  Josemi, Ander Lafuente, Mariano Sánchez, Dimas, nada más comenzar la segunda parte y los añadidos de Collantes, Braulio, Héctor Font y Raimondi. Distintos ingredientes y muy semejante cocido y, esta vez de invierno.

Una vuelta después,  aquel equipo desnortado al que el Barcelona B zarandeó, hoy con otro zarandeo de no te menees, ha sido un equipo, opaco y perdido. Los golpes de Gerard Deulofeu, por dos veces, Rodri y Rafinha, las maniobras de Kiko Femenía y Rafinha, juntamente con la ley del  Fútbol se han impuesto a un Cartagena  pobre y menesteroso, desvalido, humillado y ofendido.

Es el fútbol que con el sorpresazo en la alineación por parte de un Ríos, desbordado y muy nervioso, nos ha dejado en esa ola polar después de haber salido de una siberiana. Este Cartagena ha desembocado en riada desbordada y en marina tempestad. Les ha arrollado un alud de nieve como en aquellas  dostoiewskianas noches blancas, lo mismo y peor, les queda por recorrer una inmensa tundra de nieve.

El frío, la nieve, la lluvia y el Barcelona B han traído marejada en el Mediterráneo. Lo de esta tarde ha sido el nevadón del año, la helada siberiana, el tornado catalán que, normalmente, suele atormentar a los miserables, pobres y vagabundos que andan por en medio. Los terremotos siempre arrasan Ay, ay, ay.

Pedro-Roberto J.P. En un “Rincón para Doce”. Dies 2/11: Ante diem tertium Idus Februarias.
http://lamedusapaca.blogspot.com. En Twitter: @Logrocartg.

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