jueves. 18.04.2024
Carlos Andreu es un niño aún. Tiene 14 años y, como tantos otros niños, estudia en Franciscanos, pero le gusta tanto el arbitraje que, además de sus libros, ha estado estudiando durante los cinco últimos meses un cursillo especial para ser árbitro. Árbitro de fútbol.

No hay muchos que, hoy día, decidan ser árbitros. Sus padres, presentes en su debut, le apoyan. Seguramente porque no tienen otra solución. Quizás les habría gustado que fuese un Messi pero están felices porque Carlos hace lo que más le gusta y para lo que se viene preparando en los últimos meses

Este partido de su debut no lo olvidará. Pase lo que pase no olvidará que se trataba de un partido de prebenjamines en el que uno de los equipos –juegan cinco jugadores- se presentó con un jugador menos y casi se quedan sin otro. No hubo mucho que pitar pero se le vieron maneras. Pitó poco y eso ya es un buen síntoma que tiene bien aprendido la importancia que siempre tiene el pasar desapercibido

La cantera de árbitros también existe
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