El sobrenombre de 'Salvagoles' le encanta a Salvador Fernández González, un deportista que jugó al fútbol hasta que una lesión le dio el boleto de la despedida, un triste adiós porque ya es sabido que un guardameta que sepa cuidarse puede biológicamente acabar en su actividad profesional sobre los 40 años y… por tanto Salva se ha perdido 6 o 7 tacos de almanaque de disfrutar en la actividad que le gusta.
Salva, la tarde de su homenaje en el 'Ángel Celdrán' en la retirada. Tenía 33 años.
Él sigue ligado al fútbol en la especialidad de entrenador de juveniles, en su caso de la plantilla del conjunto del Club Deportivo Mediterráneo en Primera, en una entidad con solera en el concierto de equipos de Cartagena y su campo. Treinta y cuatro años de existencia la del club azul del que es presidente Luis Buendía. También prestó sus servicios técnicos en el Minerva de Alumbres, en 2018-19.
Comenzó a formarse jugador en los primeros escalafones del fútbol base del Real Madrid
Para empezar el relato de su historia hay que decir que en sus primeros años futbolísticos Salvador estuvo ligado al Real Madrid como aspirante a ser jugador merengue. Después cambiaron los vientos y tuvo que circunscribirse a buscar un futuro en la propia Región, la provincia en la que el tiempo que más consumió como futbolista fue en las filas del club del Llano del Beal. Para entrar le abrieron las puertas del estadio Ángel Celdrán para que demostrase sus cualidades bajo los palos.
En el cómputo de lo que realizó en la década de guardameta en la Deportiva Minera se puede decir alcanzó un notable alto con ribetes de actuaciones de sobresaliente. Llegada una etapa de su vida llegó a especializarse en la detención de penaltis, pero lo que ante todo brillaba en el comportamiento de Salva era por su seguridad aplomo, intuición y reflejos. Y su regularidad. / G. J.
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