1 de febrero de 2014, 11:52
Luis Aragonés, controvertido, con un sello muy personal que haría historia por su forma de actuar en el fútbol, por sus frases y por sus comportamientos, mucho más excéntricos como entrenador, pasó por el estadio de El Almarjal en la temporada 1959-1960 en un partido de la entonces fuerte Tercera División. Era mi sexta temporada como espectador de encuentros de fútbol de la Unión Deportiva Cartagenera en la que jugaban los
Bosch, portero valenciano;
Simarro, extremo madrileño;
Juan Gutiérrez
'Guti', cartagenero;
Paquirri, también de Cartagena;
Pepe Guzmán, malagueño;
Antoñito
Múgica, canario, y otros.
Actuaba como visitante el Hércules de Alicante, y él lo hacía cedido por el Real Madrid, una tarde en el ya desaparecido estadio próximo al
río de la sosa (canalillo por el que transcurría sosa acústica creo que de residuos de la contaminante fábrica de El Hondón, Productos Químicos), y con el dorsal 10 figuraba un muchacho de 20 años espigado llamado
Luisito. Recuerdo que ese partido contra los albinegros, que también presenció mi buen amigo y colaborador de Sportcartagena
Simón Ruiz Ferrer, vecinos en la grada sur, yo en el asiento 84 de la fila cuarta y él y su padre y abuelo una fila más abajo, justo tapándonos las redes la portería, el más destacado con diferencia era Luis Aragonés (Luisito), que ya en su juventud ejecutaba los golpes francos con maestría casi insuperable. Un adelantado de Messi o de Cristiano.
Cuando Luisito se disponía a golpear incluso desde fuera del área El Almarjal temblaba. Era un estadio al que acudían por término medio a los partidos entre 6.000 y 8.000 personas, y más adelante con la ampliación una década después, hasta 11.000 y 12.000 espectadores. En toda la tarde de aquel Cartagenera-Hércules (1-1) Luis Aragonés (Luisito) fue ejecutor de tres lanzamientos de angustia para los albinegros. El 10 del Hércules tenía buena madera y siguió demostrándolo hasta llegar al estrellato. Así llegaría a ser
'el sabio de Hortaleza' o
'Zapatones' o '
El Abuelo'. En todo caso un futbolista y un entrenador genial. Irrepetible.