Nunca vi disfrutar a un futbolista, a un exjugador nato como Alejandro Sagarduy la noche del homenaje que Sportcartagena le dedicó entregándole en La Dama (antes La Dama de Oro) el II Premio de este medio digital en diciembre de 2010. Ya estaba peleando él con la sonrisa en los labios contra la enfermedad. Ocho años después se nos ha ido dejando para la historia el recuerdo de alguien que nos homenajeaba a diario con su amistad. Uno de los mejores tributos de los que puedo alardear ante bastantes decepciones en este campo.
Me correspondió a mí, como bien pudieron hacerlo los también cofundadores de este digital SCT Manuel Ángel Balaguer y Andrés García Montesinos, soltar en público el discurso más grato, sentido, sencillo y gozoso de mi vida relacionado con el deporte, fútbol en primera instancia, ensalzando la figura de esta muy buena persona, sin dobleces, que llegó desde el País Vasco en 1981 para cumplir con la ‘mili’ en Cartagena y el club blanquinegro aprovechó y lo reclutó, por medio de Florentino Manzano, también para participar en el ascenso a Segunda en tiempos del argentino Gustavo Silva Guidoni. Coincidió también con el ingreso por el servicio militar del también vasco y mediocentro Fernando Arteaga, quien después jugó en el Celta.
Aquella noche brillante en La Dama para Sagarduy y sus amigos (el presentador del acto, Javier Rufete, José Luis Belda, Pedro Cordero, Diego el entonces cantinero del estadio Cartagonova, Genaro Zapata El Brujo; Caparrós, exjugador y empleado del PMD; Perico Arango, Mariano Sánchez, Juan Mateos, el administrativo del club; el canterano Leo Gómez, Cristina Bustillo; el abogado Feliciano, ejecutivo del equipo de fútbol sala con Polaris World, Pencho Angosto, el peluquero ex árbitro Manolo Pérez Gutiérrez, la periodista Maite Fernández y hasta trescientas personas vimos en el escenario fundirse en un abrazo con él, al Mago del Cartagonova CF, Alberto García, desplazado desde Elda donde era concejal de Deportes, y a otros exfutbolistas compañeros, más el incombustible Eduardo Armada. Entre los regalos destinados entonces al vasco por el acontecimiento, un ordenador Apple de último grito.
Ya retirado del fútbol, Alejandro Sagarduy era funcionario del PMD (Patronato Municipal de Deportes) con destino en instalaciones del Ayuntamiento. La enfermedad iba minando pero él aguantó, peleó con fe espartana en esa ITV de los servicios oncológicos que le ayudaban a regatear en corto para seguir con el balón de su existencia. Una existencia que tuvo en su tierra norteña, donde compaginaba las briosas patadas al esférico con la venta de combustible en una gasolinera. El combustible del afecto de todos le dio en su segunda casa, Cartagena, el barrio de Media Legua / Vista Alegre, un seguir adelante hasta que esta mañana de fin de noviembre de 2018 un común amigo me informa de su muerte, la muerte del vasco Sagarduy, el Jabato, un apelativo que creo le adjudicó el radiofonista Jaime Cros. Con acierto porque jabato era y como un jabato ha muerto. Su actuación deportiva había pasado también en breves estancias fuera de la ciudad milenaria, la más cercana Orihuela. "La vida es injusta", me envía esta mañana en un wasap su ex compañero Paco Sánchez comentando su fallecimiento. El mismo estado de ánimo es compartido por el exportero Paco López y otros antiguos futbolistas que ascedieron con él a Segunda en el campo de Isidro, en Torrejón.
Últimamente, antes de la última sacudida de la enfermedad, acudía Alejandro a la cabina del Cartagonova donde SCT se ubica para comentar en lo técnico algunos partidos del Cartagena con el locutor José A. González Paredes. Lo hacía con serenidad y sinceridad, que fueron siempre su santo y seña de quien recibió otros homenajes, uno de los más recientes el del equipo de veteranos del Cartagena. Un homenaje personal, valorado por el de Erandio, se lo ofreció Paco Belmonte no hace mucho tiempo yendo al hospital de Santa Lucía para entregarle una camiseta blanquinegra. Y en octubre pasado el vasco recogió en el Auditorio El Batel la Medalla de Oro de Cartagena por la Caridad.