La Rojita acabó deleitando a la parroquia cartagenera, que no llenó el estadio Cartagonova, que estuvo cerca de lograrlo,, en torno a más de 12..000 espectadores que se aburrieron mucho durante el primer tiempo, casi tanto como se divirtieron a partir de que el árbitro sueco diese la orden de iniciar el segundo acto. Una segunda mitad tan distinta a la primera como la noche y el día, lo que la afición cartagenera acabaría agradeciendo.
El hecho de jugarse tan tarde fue el principal hándicap para que muchos padres no acudiesen con sus niños, que debían de madrugar al día siguiente. Fue lo que faltó para que el estadio cartagenero presentase una entrada más cerca del lleno que de otra cosa, como ya ocurrió en la última visita de La Rojita al Cartagonova, cuandio se derrotó hace dos años a Noruega.
El horario era el que era porque no había otra solución. Un partido de La Rojita nunca puede solapar a otro de la Selección Española, no pyede jugarse a la misma hora sencillamente porque está prohibido, con lo que muchos cartageneros, incluso con la entrada en el bolsillo, decidieron no acudir y prefirieron seguir por televisión.
Aún así, los que fueron acabaron divirtiéndose a lo grande, que al final es lo que vale y lo que cuenta.
