Esto no ha hecho sino empezar. Es cierto. Queda todo un mundo por delante y esa, quizás, puede que sea la mejor noticia de una noche aciaga, otra más, en la que los albinegros, ni sus jugadores pero tampoco su entrenador, dieron una a derechas. El equipo acabó desfondado, dando mala imagen y con el entrenador señalado por unos cambios que dejaron al equipo sin dirección tras la salida de Julio Gracia del terreno.
Y eso que el Cartagena dio primero con un Rubén Cruz inspirado, que quiere volver por sus fueros de la pasada temporada. Pero ni con esas. El Cartagena de Munúa fue de más a menos hasta acabar desfondado de forma muy seria y que ya veremos la factura que deberá de pagar por ello el Cartagena en su inminente compromiso contra el UCAM.
Lo cierto es que la afición sigue acumulando disgusto tras disgusto. Se empezó por el primer partido ante el Recreativo Granada, mucho mejor que un desdibujado equipo en todos los sentidos, en Don Benito y ante un rival sensiblemente inferior los cartageneristas fueron incapaces de hacer un solo tanto, algo que si lograrían tres días más tarde en el primer evento copero. Pero en Huelva, aunque se ofreció una buena imagen durante el primer tiempo, la expulsión injusta de Orfila acabaría por comprometerlo todo en un equipo que perdonó demasiado y que acabaría peleado con el gol.
Así son ya cinco partidos, cinco disgustos por uno y otro motivo. El UCAM llama a la puerta y el Cartagena (y sus seguidores) necesitan ya un triunfo que convenza y que empiece a aplacar las exigencias de los miles de seguidores blanquinegros que, en esta noche copera, vuelven a salir defraudados una vez más.
