Costó trabajo, esfuerzo y mucho sufrimiento porque era prácticamente luchar contra el reloj. El partido estuvo en un tris de no jugarse en Cartagena debido a su deplorable estado, la semilla no germinó y pasó lo que pasó, que la Carabela de Plata hubo que aplazarla y el encuentro llegó a plantearse su traslado a la capital pacense.
Al final reinó la calma mientras el reloj avanzaba y la semilla iba haciendo su trabajo hasta que el césped fue tomando más o menos un buen aspecto hasta el punto de jugarse con relativa normalidad.
Más vale así, sin duda. Ahora, a pensar ya en el siguiente encuentro en Don Benito ya seguir mejorando ese césped que tan mal llegó a estar.