viernes. 29.03.2024

Cristo mata el gusanillo en El Secante

La única puerta del peculiar campo de El Secante, dotado de césped artificial y gracias sean dadas a la generosidad del vecino Repsol, se abre para el ciudadano cartagenero Cristo Martín, natural de Tenerife y hasta la campaña 2017-18 futbolista feliz como albinegro y hasta con suegro fan. Había firmado  el centrocampista un contrato de renovación para tres campañas descartando una oferta similar del Extremadura que fue polémica y alguien puso a los pies de los caballos a Sportcartagena por informar y ‘desestabilizar’ al no silenciar las gestiones de los de Almendralejo. Coincidía con la proximidad del playoff de ascenso  y dar ese tipo de noticia era como profanar  el templo del cartagenerismo más acendrado. Toma ya.

Mas para el carismático Cristo fue un durísimo revés, traicionero y cruel cum laude; un irónico hachazo  en el mismísimo Día del Trabajo (1 de Mayo de 2018) en el tendón talón de Aquiles que te puede echar de la práctica del deporte sin ningún remordimiento por parte del azar. Después de 106 partidos disputados como albinegro. Un percance de los que hunden todos los corchos  a un deportista de 33 años y además fastidia a la más fría persona que lo sufre,  al menos para el ego, porque no fue en un estadio ante tu gente seguidora un domingo de partido, aplaudido  y sudando la camiseta para el club que te paga (y muy bien) sino en un simple entrenamiento que te marca para siempre. Te echa de tu profesión y te rompe la felicidad. Aunque aprietes en la negociación del finiquito llevado por el agente asesor Cascallana, contratado para el caso y te embolses lo más de lo más dentro de lo que te corresponde según ley. Es el último tranvía al que te puedes agarrar para tener un colchón económico aceptable que nunca será eterno.

Si Cristo va a cobrar algo de la Minerva sería simbólico, porque en Tercera no se sueltan 1000 € si no hay un rico mecenas

 

Cristo ha aterrizado casi de tapadillo en El Secante, donde volverá a ser compañero del bravo Juan Carlos Ceballos. Si va a cobrar algo de la Minerva el chicharrero sería simbólico, porque los azulgrana difícilmente pueden  soltar gratificaciones mensuales de 1000 euros si no hay un rico mecenas por medio, y ya está requetebién llegar a mileurista en Tercera. Pero es bonito el gesto del club, no tanto el de mi amigo Juan Lillo, el entrenador, que me ha ocultado con una sonrisa en los labios, en la calle, entre el bullicio del tamboreo de la noche festera del viernes 27 en Carthagineses y Romanos, la noticia cuando estaba ya en el horno para que se pusiese la medalla mi diario de siempre, La Verdad, con un reportaje. Chapeau, pero mecachis en la mar, Lillo.

Toda la suerte del mundo para Cristo  que hará lo que él quiere hacer libremente: entrenar y  jugar al ritmo que sea. Veinte minutos, treinta, sesenta, los que le diga Lillo y los que pueda aguantar él, para matar el gusanillo y de paso darle una patada donde más duele a los malos recuerdos que te proporcionan los bandazos de la vida. En Cartagena se acabó el clan de los tinerfeños: Jesús Álvaro, Cristo y Vitolo ya no están. Majo triunvirato. Los dos primeros ascendieron a Segunda con el CD Tenerife de Álvaro Cervera, en Hospitalet de Llobregat la mañana del 2 de junio de 2013.

Perdieron 1-0 pero se llevaron el premio. Y ambos coincidieron el curso pasado en el estadio Cartagonova con un Vitolo que sigue jugando en su tierra. Para B y B no hubo sentimentalismos al dar el paso de sacarlos del grupo cuando ya no interesaban. Esto se admite y es moneda corriente en el mundo del comercio y del negocio.

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Cristo Martín en uno de los escasos partidos -menos de 100 minutos en total-  que jugó la pasada campaña. / RAÚL VELASCO-SCT

Cristo mata el gusanillo en El Secante
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