En 1962 a las peñas del Real Murcia, en la etapa presidencial del club con el exalcalde Ángel Fernández Picón, el mismo que instaló la estatua del Cardenal Belluga en la Glorieta de España, no se les habría ocurrido renunciar a asistir a un derbi en El Almarjal cuando aún no se proclamaba el ‘alto riesgo’ y la seguridad se confiaba a ‘los grises’, agentes con negras porras en el cinto. Era la Policía Armada de entonces. En el mismo tiempo a Francisco Hernández Rubio ‘Paco el Macho’, que presidía la Peña Cartagenerista (no había más, si acaso la Peña Anvipa, menos numerosa, y 10 años después Los Más Cañeros) Paco, que regentaba una bodega de éxito en la calle del Aire, no podía pensar ni por asomo en no desplazarse a La Condomina (hora y media larga de viaje en coche frente a los 30 minutos de hoy por autopista) en un derbi en el recinto de la Puerta de Orihuela.
Mas este año de 2017 surge el boicot murcianista –con todos los derechos del mundo- de la renuncia colectiva propuesta o acordada por la Federación de Peñas del Real Murcia a cubrir las cerca de 1.000 plazas reservadas por el FC Cartagena a los seguidores grana, al hilo de la cuadratura del círculo de una polémica de debate infinito que puede sonar a cortina de humo para cubrir problemas internos ante un derbi en el que igual que se puede alcanzar la gloria en el campo de juego se puede caer en el ridículo. Acentuada esa desazón forofa porque para eso es un derbi. Todo depende de que ‘la enchufe’ (la pelota) Llorente a la red o que lo haga Curto. Por ejemplo.
"Antes perder la vida que perderse un derbi", decía Paco El Macho en los años 60
Yo estoy con los murcianistas del buen alcalde Fernández Picón, metido con sacrifico a presidente grana hace más de medio siglo, estoy con esos seguidores grana que nunca habrían renunciado a desplazarse al estadio del Almarjal, y estoy también emocionadamente anclado a la teoría contemporánea del blanquinegro ‘Paco el Macho’, basada en lo de que “Antes perder la vida que perderse un derbi”.