miércoles. 24.04.2024

La polémica de la segunda camiseta

Analizando a fondo por qué la llamada camiseta de la provincia marítima ha sido alejada, por no decir marginada del panorama de la imagen del FC Cartagena en los campos de juego para este nuevo curso tan prometedor y difícil en lo deportivo, aun habiendo tenido gran aceptación en su estreno, se podrían localizar varias justificaciones, todas tan válidas y discutibles como respetables.

Yo no voy a ser más papista que el Papa, y siendo probable que me equivoque en este juicio que no tiene por qué ser sumarísimo ni llevar a nadie al paredón de fusilamiento, conociendo algo la idiosincrasia del cartagenero, bordesico o no bordesico, tengo para mí una opinión que no voy a ocultar y que expondré más adelante y que puede aproximarse a la realidad sujeta a multitud de opiniones. La camiseta de un equipo es un símbolo. Si ese símbolo por intereses comerciales de los clubes tiene que ser estirado o prolongado para vender y aumentar la caja, cambiando los colores en las segundas y terceras casacas y retocando doscientas monerías y detalles, correcto.

Puede no gustar a la mayoría pero administrativa y financieramente es correcto. No es una cuestión de capricho, a eso voy, sino a la necesidad de estimular la ferocidad de los fans en este tema. Que se paga más de 150 € por una camiseta azulgrana del hoy ‘parisino’ Neymar, señoras y señores, amigos y amigas. La elección y la decisión del cambio de camisetas en un club digamos ‘profesional’ como puede ser el FC Cartagena SAD, temporada a temporada, ¿cómo se realiza? Los jefes deciden, evidente, pero en la ciudad trimilenaria visto el panorama político y las conductas de nuestros representantes en el Municipio, a Paco Belmonte no se lo han puesto nada fácil.

Una determinación tan simple como sería la de elegir la camiseta número 2 a utilizar por el equipo de cualquier ciudad, no sería problema. Ni siquiera sería preciso organizar un referéndum popular. En Cartagena de Levante (no me voy a la  de Colombia, donde está el Real Cartagena)  sí puede ser asunto vidrioso y no es buscar tres pies al gato. Estéticamente uno conserva sus gustos que no siempre tienen por qué coincidir con los de los demás, el no es el tema. En este asunto que no sería nada polémico en Tomelloso o en Pontedeume, pongo por caso, aquí lo es y, si acierto en mi pensamiento, la lidia del problema no es fácil al entrar en colisión aspectos de la política local. En este punto la dirección del FC Cartagena lo está haciendo muy bien al mantener una conducta de llevarse perfectamente con los regidores del Ayuntamiento. Es la llave para que luego todo pueda ir como la seda.

En el aterrizaje del proyecto de Belmonte Ortiz era elemental caer de pie en Cartagena y lo han conseguido. Salvando del desastre total al club, primero, y después con su relanzamiento institucional. Errores colaterales quedan al margen y aquí no los hemos silenciado ni los vamos a ocultar en el futuro, pero desde el aterrizaje de los nuevos dueños del fútbol cartagenero profesional en la ciudad, han sabido obtener,  la han merecido, la ayuda del Consistorio. José López se ha volcado como alcalde durante los dos años de su mandato y su sucesora en el cargo, siendo de otro grupo político, Ana Belén Castejón, sigue idéntica línea. Y Ricardo Segado, claro, desde su pasión por el fútbol de aquí. Y es la de dejar hacer las cosas bien, ayudando desde el Palacio Consistorial en busca de la prosperidad del club cuyos mejores años están por llegar y llegarán.

Es evidente que el Ayuntamiento no podía ayudar, por no encontrar el soporte de la credibilidad en  el propietario Sporto en la medida que lo hace con el grupo representado por Belmonte. El club, siempre privado en los papeles (SAD), con libertad para hacer lo que le plazca como el de descalificar gratuita y públicamente a este medio  de una manera improcedente un 7 de junio,  coincidimos es un sentimiento para miles de cartageneros y es imagen para lo bueno y lo menos bueno. Mas llega un momento delicado, cuando se introduce la política dentro del tema, y resulta que la bandera de la Provincia Marítima no es abrazada estratégicamente por la mayoría de los grupos municipales.

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El Movimiento Ciudadano la adora (la bandera) y la hace suya (entiendo no en exclusiva, sin descartar a los demás grupos en el Consistorio, que tienen derecho y obkigación a hacer valer sus votos). José López defiende esa bandera cartagenera sentimental a marchamartillo que no ofende a nadie y Paco Belmonte, que es de Murcia, sigue el guion correcto y también abraza esa misma enseña de tela que fue puesta en la fachada del Palacio Consistorial, y retirada por el peso de la suma de los votos cuando López dejó de ser alcalde por un pacto que le daba solo el 50% del tiempo normal a su mandato.

Considerando que la segunda camiseta fue estrenada por el Cartagena, con el reflejo ineludible de la bandera provincial marítima, y tuvo alta aceptación desde su estreno una mañana del 11 de noviembre de 2012 ante el Melilla (2-0) en el Cartagonova, con victoria en los cinco últimos minutos: Florian y Tonino saludaron ese estreno de elástica con un gol cada uno en la meta de Munir. Considerando también que desde entonces siempre ha estado en la cima de las preferencias para ser usada cuando no fuese empleada la titular blanca y negra a rayas o franjas verticales.

Para mí puede ser real que los hoy rectores del FC Cartagena admitiendo que sostener un protagonismo de intensidad medio/alto de la camiseta color rojo carmesí con la cruz blanca (‘la danesa’) iba a fomentar un caldo de cultivo proclive a ser un para mí absurdo ingrediente en las guerras o guerrillas dialécticas o de gestos de grupos políticos haya querido dar largas a la presentación de la nueva camiseta número dos con el color azul turquesa y el consuelo del rojo carmesí para el pantalón, y aquí no pasa nada.

No sé si me he explicado.

La polémica de la segunda camiseta
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