jueves. 25.04.2024

La Farola del Lago. "Y... llegó el gran día"

Bueno, pues ya estoy otra vez delante del ordenador.Intento poner en orden todos los pensamientos que acuden a mi mente, para poder transmitir a mis lectores todas las emociones que me embargaron, en una jornada “gloriosa” para el fútbol de nuestra querida ciudad, Cartagena-España. Sensaciones fantásticas, que con el paso de las semanas y los meses, se fueron nublando por culpa de un “tonto del pino” (fijaros, si soy fino, que digo “tonto del pino”).

Fue un día siete de febrero de mil novecientos ochenta y ocho. Día grande para nuestra ciudad. Día, en el que se cumplían las ilusiones de la Cartagena futbolística, e incluso me atrevo a decir, que de todos los cartageneros, pues se inauguraba un maravilloso estadio de fútbol, ¡tantas veces soñado por los aficionados! No puedo,ni es la intención de este artículo, ir desgranando todas las vicisitudes y obstáculos que tuvieron que salvar las personas que intervinieron en su construcción, (que fueron muchas) y, a las que desde esta columna, agradezco los esfuerzos que hicieron, para que nuestra ciudad tuviera un estadio Municipal digno, y acorde con esta época; pero sí aconsejo, al que pueda hacerlo que, a través de internet, o en el libro ¡100 años de fútbol en Cartagena! lean cómo se gestó su construcción, ¡merece la pena!

Desde que empezó la construcción del estadio, el camino (desde cualquier zona de la ciudad) para llegar a él, se convirtió en una especie de “peregrinación”. Era enorme la ilusión que todos teníamos en contemplar como poco a poco, nuestro sueño futbolero, se iba plasmando en una realidad. Servidor, junto con mis dos grandes amigos y compañeros, en lo que hoy es la UPCT (por desgracia ya desaparecidos) Andrés Pérez Tornell y Enrique Solano Oria, íbamos con mucha frecuencia a presenciar “in situ” las obras, viendo asombrados, cómo crecían los graderíos,y deseando que llegara el día soñado.

 

unnamed (1)

Y…LLEGÓ EL GRAN DÍA. Allí estábamos los tres, Andrés, Enrique y yo, “sentaícos” en la tribuna, con los ojos como platos, (igual que los 20.000 espectadores) pellizcándonos, para darnos cuenta de que no era un sueño, “que era una realidad”, ¡qué estábamos en nuestro estadio! No queríamos que se nos escapara ningún detalle. El partido correspondía a la jornada veintiuna de la segunda división A. El equipo contrario era el Burgos (su entrenador Kresic, no paraba de ponderar la maravilla de escenario que era el Cartagonova). Lo teníamos “todo” para estar “arriba”, en la élite del fútbol nacional. Una plantilla de jugadores que, a las órdenes de Pallarés y Añil, ayudados por Perico Arango, habían conseguido (pese a tener que jugar en Torre Pacheco) mantener al equipo dignamente, durante toda la primera vuelta de la liga. Pero…la directiva, presidida por Andrés Martínez Prieto, en un gesto que jamás censuraré, quiso aprovechar el momento álgido de los acontecimientos y contrató al más inepto de los entrenadores habidos y por haber, al hombre que más daño le ha hecho al fútbol cartagenero, al hombre que, teniéndolo todo, nos dejó sin nada.

Este entrenador, llamado Pedro María Uribarri Uriarte, llegó a Cartagena creyéndose el descubridor del fútbol, alterando todo el trabajo realizado por nuestros tres paisanos, despreciando lo hecho por ellos y… erigiéndose él, como el Cristóbal Colón del fútbol. Llegó con el equipo en el puesto diecisiete, a un solo punto de la salvación. Como ya digo, con veinte mil personas dispuestas a llevar el equipo en volandas, y una directiva que, en la época de vacas flacas (casi todas), había derrochado entusiasmo y trabajo para que esta nueva etapa fuera “la buena”, “la grande”, “la definitiva”. ¡Ah señores! pero ahí estaba el, “el tonto del pino”.

El más listo, el más guapo, y el más alto. Era la época fantástica del Milán de Arrigo Sacchi, que ganaba el Scudetto, la copa de Europa y lo que se pusiera por delante, y lo hacía con una táctica novedosa, pero…con unos jugadores fantásticos, Baresi, Tassotti, Maldini, Gullit, Van Basten, Cortacurta, Donadoni, Albertini, Ancelotti…uff¡da miedo nombrarlos!Y… entonces… llegó Uribarri a Cartagena y dijo…“pos ya está”.Ahora cojo a Trasante, Valle, Da Silva, Sagarduy, Machín, Ray, Brizzola…empleo la misma táctica que el Milán…¡y nos salimos! ¡Desde luego que nos salimos!¡Pero por abajo de la tabla! Este “peaso” entrenador, no se dio cuenta de que disponía de una plantilla de grandísimos profesionales y muy buenos jugadores, pero que, de ninguna manera, podían adaptarse a una forma de jugar improvisada, con la defensa adelantada y presionando a los delanteros contrarios.Entre otras cosas, porque además de no haber preparado nada, quería que Trasante (uno de mis ídolos) con treinta y cuatro años, y Valle con treinta y tres hicieran las veces de Baresi y Maldini. Y así, se fue fraguando el ridículo más espantoso que imaginarse puedan. Íbamos a Castellón, y nos clavaban 5-0, a Sestao 4-0, a Lérida 7-0, a Málaga 4-0, a Oviedo 4-0… Nos metían goles hasta desde el Castillo de los Patos… (que diría, mi querido Ramonico Arango) fue espantoso el ridículo que obligaba a hacer a unos grandes jugadores.

Juanmi, con diecisiete años, fue la figura en Lérida, y nos metieron siete, así que figúrense ustedes. Terminamos los últimos de la clasificación, con veintidós derrotas sangrantes, con 79 goles en contra. Para que se hagan una idea, les diré que, era “igualico” que, cuando el Rayo Vallecano, de nuestro conocido, Paco Jémez, juega contra el Barsa que le mete goles de “toas posturas”. Desde entonces, le tomé un “asco” a la defensa en línea adelantada que, cuando la pone en práctica algún “iluminao”, me echo a temblar.

Hay un reproche que sí quiero hacer a la directiva de aquel magnífico año. Magnífico por la inauguración del estadio y “terrorífico” (por el ridículo futbolístico). El reproche es el siguiente: ¿Cómo es posible que, viendo cómo se hundía el equipo, no echaran a la calle a su causante? En fin señores, esta es mi versión, de una época de nuestra historia futbolística,que pudo ser fantástica. Con todo a nuestro favor, público estadio, categoría, pero…nos llegó un regalo de entrenador,(¡qué importantes es elegir bien!) y terminamos como casi siempre ¡desapareciendo! Muchas gracias a todos mis lectores.

P.D. Este articulo, se lo voy a dedicar a Isi González y a su esposa Gloria Hoyos, dos personas que, han hecho de su modo de vida (la cafetería restaurante, Terraza Cartagonova) una Catedral de recuerdos futbolísticos magnifica. Pero es que además, son dos aficionados de postín, de nuestro F.C. Cartagena, acompañando al equipo en los momentos buenos, regulares y malos, y estos, son los aficionados que hacen grande a un club. Gracias amigos.

La Farola del Lago. "Y... llegó el gran día"
Comentarios