Quemarlo y olvidarlo, sí, pero también aprender y dar las gracias por seguir aquí, con mis alegrías y mis múltiples decepciones, que de estas tengo para dar y regalar. Alegrías, pocas, las de mi familia, mis grandes amigos, y poco más, que no es poco. Vamos camino de los 15 años en SPORTCARTAGENA y de aguantar lo inaguantable, a las malas gentes, a periodistas que creías amigos y que ahora resulta que son estómagos agradecidos, simples pelotas, calumniadores y el copón bendito, a dirigentes que me han hecho descubrir la parte más fea del fútbol, a muy malas personas. A base de humildad, de seriedad y de honestidad pura y dura he logrado sobrevivir a tanta bacteria humana que, una vez más, me demuestra que Dios los cría y ellos se juntan.
Del Cartagena, de lo que ha sido mi vida ¿qué os voy a contar que no se sepa a estas alturas? No me apetece nada volver a ver al equipo de mi ciudad en el barro de la Primera RFEF porque me temo lo que espera. Ojalá y se produzca el milagro que cada vez está más lejos. Tendrían que hacer una segunda vuelta de equipo ‘gallito’ para conseguir 35 de los 63 puntos que faltan por disputar y espero que me dejen por embustero pero lo veo tan difícil que yo, como tantos, me descorazono.
Me canso, estoy cansado de las tropelías de muchos y veo las injusticias y que la libertad de expresión es algo que sigue faltando para bastante gente que decepciona. Son 15 años aguantando disparates, a enemigos que ni los conozco ni los voy a conocer. Ni me interesan ni me aportan. Y a los que conozco, por mí, que le vayan dando, ellos saben muy bien quienes son. El día menos pensado pienso dejar escrito en un libro todas las historias y vicisitudes de los últimos 15 años y será ahí donde contaré las verdades sin dejar nada fuera, libre de ataduras para vergüenza de unos cuantos.
Ha sido un año duro, muy duro, pero como dice y canta el Dúo Dinámico, resisteré aunque pierda todas las partidas y se cierren todas las salidas, aunque me cueste mantenerme en pie, resisteré erguido frente a todo y volveré a ser de hierro para endurecer la piel y aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla pero que sigue siempre en pie. Y resisteré, como dice esta emblemática canción, para seguir viviendo. Soportaré los golpes y jamás me rendiré. Sólo quiero salud para los mios y para mí. Y paz.