sábado. 27.04.2024
Como la he visto lo suficiente puedo decir varias cosas a pie juntillas : primero, que es una entrada alevosa por detrás que se merecía la roja directa, lo segundo es que llama la atención la actitud, tras la lesión, de varios futbolistas del Lorca At., especialmente el ‘5’, Olivares, y el ‘7’, Quintero, que protestan no sé de qué. Y lo último, si yo fuese el padre de Jordi Pablo no tendría duda alguna en denunciar a este rompetobillos que se llama Ramón Verdú, que ha hecho añicos la ilusiones de un chaval.

Porque no hay derechos a entradas tan tremedas y tan sin justificación. Si no vale para el fútbol que se dedique a darle de comer a las palomitas
Menudo partido el de Lorca, parecía el ¡sálvese quien pueda¡ de algunas de las más aguerridas botas que uno pueda ver en un partido de pretemporada. Decía Benigno Sánchez, entrenador lorquino al final, en la sala de prensa, que quien piensa en que alguno del Lorca quería cargarse a mala fe a algún futbolista del Cartagena es un gilipollas. Y se recalcaba al final, para que estuviese claro. Pues no querrían, desde luego, pero daban esa impresión.

No digo yo que no, que Benigno no lleva parte de razón. Pero ya en directo la lesión nos pareció tremenda. Y viéndole repetida hasta aprendérmela de memoria me parece de juzgado de guardia. Lo peor de todo es que solamente vio la tarjeta amarilla, que no hay mejor testigo que las imágenes y el presidente de la Federación de Fútbol de la Región, José Miguel Monje-Carrillo, presente en el palco. Y que no hay derecho a que entradas como estas tengamos que verlas en un partido dónde no había absolutamente nada en juego

No soy gilipolla. Efectivamente, estoy con mi amigo Benigno Sánchez, entrenador del Lorca, que no creo en la mala intención de algunos de los jugadores lorquinos, especialmente este tal Ramón no-sé-qué Verdú, muy conocido en su casa a la hora de comer, pero si digo, claro y rotundo, que este futbolista fue a darle, a pararle como fuese, sin reparar si le iba a partir el tobillo izquierdo a trocitos o no. Ni siquiera fue a interesarse en esos momentos por el estado de Jordi, las imágenes lo delantan, tanto a él como a Olivares (fijaros en el ‘5’) que acuda al lio protestando, igual que su colega Quintero (el 7) que se queja de no sé qué. Para mear y no echar gotas, señores.

Eso, tras ver las imágenes, no es ser un gilipollas. Es decir, claro y alto, que este tal Ramón no-sé-qué se ha cargado con una patada por detrás, alevosa, tremenda, al tobillo de Jordi Pablo. Él (el tal Ramón Verdú) seguirá jugando como si tal cosa la próxima semana ante el filial del Betis mientras Jordi Pablo tendrá que pasar por un calvario y vivir casi toda (o toda) la temporada entre clínicas, muletas, gimnasios y recuperaciones. Y encima algunos seguirán defendiendo a determinados cafres que hay sueltos y que se creen futbolistas cuando ni siquiera llegar a la categoría de leñeros. Porque la entrada, insisto, es tremenda.

Ahora, alguien tendrá que decirle al tal Rubén Verdú lo que acaba de hacer. Y a sus colegas Quintero y Olivares que se fijen más cuando un futbolista esté tumbado en el suelo con una grave, gravísima lesión, antes de protestar como lo hicieron. Cuando ví la entrada ya lo dije, mala pinta porque puede ser grave. Yo y muchos como yo. Qué pena que haya jugadores tan, tan mediocres que sólo valgan para hacer daño. Sin querer, seguramente, pero hacen daño.

Podéis ver las imágenes. Y luego, seguimos hablando de gilipollas.

Una lesión digna de acabar en el juzgado de guardia
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