La permanencia del FC Cartagena en Segunda División se ha convertido en uno de los mayores retos de la historia deportiva de Julián Calero. Y es que después de la vergonzosa goleada que conjunto albinegro cosechaba el pasado jueves en el feudo de la SD Huesca (3-0) tras un primer periodo lamentable y que propiciaba que el cuadro albinegro concluyera la primera vuelta de la Liga como colista de la tabla, el madrileño exponía este viernes a los responsables de la dirección deportiva de la entidad las líneas a seguir para la permanencia del club en Segunda. Líneas que pasan por la contratación de, al menos, siete u ocho jugadores y la baja de cinco hombres.
De este modo, y a tenor del rendimiento ofrecido durante la primera vuelta de la competición y, sobre todo, ante las necesidades que requiere la plantilla para seguir peleando por la permanencia en la categoría, los que no entran en los planes de Calero son el defensa Kiko Olivas (como consecuencia de sus continuas lesiones pese a ser uno de los futbolistas de mayor calidad de la plantilla); los centrocampistas Jony Rodríguez (quien llegó a la entidad procedente del Lazio italiano y que no ha sido capaz de ofrecer el rendimiento que se esperaba tanto por su baja forma física como por las lesiones musculares que ha sufrido); Umaro Embaló (quien se encuentra cedido por el Fortuna Sittard de Holanda hasta final de temporada y cuya calidad está muy lejos de la que se esperaba), Héctor Hevel (primer jugador en llegar este pasado verano a la entidad y que tampoco ha cumplido las expectativas) y David Ferreiro (quien solo ha disputado cuatro partidos como titular y que se encuentra muy lejos de la calidad que atesora).
Además, el FC Cartagena también podría sufrir la baja del defensa José Fontán, quien está cedido por el Celta de Vigo, y que podría regresar a su club de origen a tenor de una cláusula en el contrato mediante la cual la entidad celeste podría recuperarle de manera unilateral.
Vistas las circunstancias, y con un equipo que si nada lo remedia, está más que condenado a sufrir hasta el final por la permanencia en la categoría.
