sábado. 27.04.2024
La realidad es que Kaburu Akinsola no ha llegado a jugar un partido completo en el Cartagena de los ocho en que ha participado. En tres encuentros salió como titular y en los demás lo hizo con el choque en marcha y a modo de revulsivo que no cuajó en ninguna de los intentos. 
 
Le ha faltado poco a Akinsola para alcanzar en la Liga los 300 minutos de juego, en los que no ha podido acreditar su condición de hombre certero cara al gol. Lo hizo en Cádiz, aunque allí acabó siendo famoso al pifiar en el lanzamiento de un penalti en un choque clave en el Carranza, en la fase de ascenso. Se había casi lesionado y aun así fue el encargado de ejecutar el castigo, que sería pifiado.Esa noche Akinsola lloró.
 
Llegó con algún sobrepeso al Cartagena que eliminó con ejercicio y dieta severa, aunque su fama de enamorado de las hamburguesas como comida ideal para él le mantuvo candidato a estar fuera de báscula. Pero ya en el juego no ha llegado a salir de la mediocridad. Velocidad y poco más. Ni disparo ni desborde.
 
El Granada apostó por él como por tantos jugadores jóvenes extranjeros y quiso que madurase en Segunda B, pero si en Cádiz le fue bien esta media campaña escasa en Cartagena ya se está viendo como la va a acabar.

El nigeriano no ha llegado a jugar ni 300 minutos
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