sábado. 27.04.2024

La prensa alicantina destaca el buen bloque del Cartagena ante un gran Hércules en el partido de Alicante

MJ Miralles, en La Verdad de Alicante, escribe lo siguiente:Que el Cartagena no marcara en los primeros veinte minutos no fue sólo cuestión del demérito propio sino acierto de la zaga blanquiazul, que resguarda al enorme Calatayud.Toché lo intentó una y otra vez. La consigna de Juan Ignacio Martínez quedó...
MJ Miralles, en La Verdad de Alicante, escribe lo siguiente:

Que el Cartagena no marcara en los primeros veinte minutos no fue sólo cuestión del demérito propio sino acierto de la zaga blanquiazul, que resguarda al enorme Calatayud.

Toché lo intentó una y otra vez. La consigna de Juan Ignacio Martínez quedó clara: apretar mucho al inicio para conseguir un gol pronto. Pero no tuvo suerte el técnico alicantino. El Hércules aguantó las embestidas y dio la réplica por las bandas. Rufete, primero, y Sendoa, después en un par de buenas ocasiones que ni Delibasic ni el rumano acertaron a rematar. Tampoco Tiago Gomes anduvo fino. Hasta tres opciones francas de gol desperdició ayer el portugués. Si la suerte le hubiera sonreído, se habría convertido en el héroe indiscutible de la mañana.

Tanto perdonó el conjunto alicantino que al final el primero tuvo que llegar a balón parado. Farinós, que decoró su actuación con detalles de crack, también fue decisivo en la estrategia. El enésimo balón de córner botado por el valenciano lo cazó Danciulescu en el segundo palo. El rumano tiene maneras de 'killer'; siempre preciso y omnipresente. Antes el colegiado, muy discutido por la grada, le anuló de forma rigurosa un gol a Danciu por una supuesta falta de Deli al portero Rubén. Pero eso no impidió que la conexión de la doble 'D' hiciera estragos y marcara con su impronta al Cartagena.

A Juan Ignacio no le tembló la mano y, tras el descanso, dio entrada a Víctor en busca del empate. Su apuesta ofensiva hizo sufrir al Hércules y puso el corazón en un puño a los seguidores blanquiazules. Pero la cuestión estaba clara; había que esperar la opción del contragolpe para rematar al Cartagena. No fue así porque los hombres de Esteban Vigo no gozaron del acierto de otras ocasiones.

LA AMENAZA DE QUINTERO Y TOCHE
La amenaza de Quintero y Toché se prolongó en el tiempo mientras los alicantinos erraban una y otra vez ante Rubén. Primero, Tiago a pase de Tote y después, el propio Tote, tras un buen centro de Sendoa. Hasta el tiempo de prolongación tuvo que esperar la grada del Rico Pérez para ver el segundo y confirmar de nuevo que el Hércules vuelve a capitanear la categoría una jornada más. Delibasic puso la rúbrica a una victoria de líder.

Por su parte en el diario Información de Alicante, Toni Cabot escribe:

No es casualidad que el Hércules cumpliera ayer un año sin perder en su feudo; no es casualidad que el equipo alicantino acumule, a falta de dos jornadas para la conclusión de la primera vuelta, 39 puntos como tampoco, por pura casualidad, casi veinte mil almas deciden voluntariamente pasar a la intemperie una fría mañana de invierno para ver un partido televisado. Para que todo eso se haga realidad, por el césped del Rico Pérez camina fuerte y poderoso un conjunto bien armado, de vocación autoritaria y capacidad de mando; un bloque homogéneo que mira de frente (o por encima) a quien se le cruza, y que responde a las exigencias con recursos técnicos, poderío físico, colocación, ambición y persistencia.

EL CARTAGENA, UN BLOQUE TRABAJADO
Con esos argumentos volvió a golpear ayer el líder de la categoría a un Cartagena batallador, que solo pudo mostrarse gallardo durante medio acto puesto que el noble rival que tenía enfrente no le permitió nada más. Al conjunto departamental no le quedó otra que rendirse a la evidencia una vez pasó el ecuador del partido. Hasta ese instante, la pizarra táctica del alicantino Juan Ignacio se dejó ver con un bloque trabajado, de buen toque e influencia "guardioliana" -gusta sacar la pelota desde atrás tocando si hace falta con un portero que le da mejor con las botas que con los guantes- hasta tutear a un Hércules que no volvió la cara, pero que tampoco sacó la cabeza por encima de su rival en esos primeros cuarenta y cinco minutos.

El intercambio de golpes fue casi continuo: A un remate de Rufete a centro de Delibasic que salió rozando el poste le sucedió un disparo al larguero casi a bocajarro de Pablo Ruiz; a un aviso de Toché que casi astilla un palo le siguió un clamoroso error de Tiago cuando sólo tenía que empujarla... Pegada por la derecha, golpe por la izquierda hasta plasmar sobre el lienzo verde una primera parte atractiva, de buen fútbol y agradecida, que se decantó en el marcador gracias al oportunismo de Danciulescu, escondido en el segundo palo para enviar a la red un córner que Toché peinó hacia atrás (1-0, m.43).

FARINOS Y DELIBACIC, SOCIEDAD LETAL
La desigualdad, realmente, se hizo evidente tras el descanso. El Hércules se sirvió de una sociedad letal: Farinós y Delibasic, dos artistas que corren sin parar y saben latín. Con las espaldas bien cubiertas por una línea de zagueros que toca la excelencia -Abraham Paz y Rodríguez son otros dos que tal bailan- el Hércules se adueñó del encuentro de punta a rabo hasta zamparse a un Cartagena que ya no veía espacios por ningún lado, solo gigantes como molinos de viento.

Si a eso se le añade la profundidad del banquillo alicantino que los cartageneros podían atisbar con el rabillo del ojo, puede que comenzaran a quedarse sin ganas de seguir jugando. Tuvieron ocasión de comprobarlo cuando Tote salió al terreno de juego. El madrileño, recién recuperado de su lesión, mostró su jerarquía cada vez que tocaba la pelota. Junto a Sendoa y Rufete, que también destacaron, creó ocasiones para redondear la fiesta y evitar la sequedad de garganta que siempre aparece con un marcador ajustado, aunque la superioridad sobre el terreno de juego sea evidente.

Sin embargo, hubo que esperar al tiempo añadido para que un centro medido de Sendoa acabara en la cabeza de Delibasic y, por lo tanto, en la red (2-0). El montenegrino, exhausto, volvió a poner su sello sobre una partitura que refleja notas celestiales. Cuarta victoria consecutiva, buen colchón de puntos sobre el cuarto clasificado y fiesta en la grada. Mejor, imposible.

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