Hace un montonazo de años un presidente llamado Dionisio Martínez,
concejal, librero y monárquico cuando no había Rey (sí lo había pero estaba en Estoril y era conocido por Don Juan, padre del actual monarca) declaró en una asamblea multitudinaria del equipo de fútbol de Cartagena que, para subsistir en Tercera y poder ascender a Segunda, necesitaba 3.000 socios. Entonces los aficionados se echaban las manos a la cabeza. Yo también, y eso que era un crío más pendiente de cambiar los cromos de Kubala, Gaínza y Ramallets, cuando no de Di Stéfano o de Zarra o de Rial.
Más de cincuenta años después la ciudad en cuestión, nuestra Cartagena del alma que diría José Casaú, precisa 10.000 abonados, que no socios, para sostener la llama de un ascenso a Primera y acompañar al peculiar Paco Gómez en la aventura. Probablemente el censo general de población dobla con creces hoy el de aquel del inicio de los años 60, en el Almarjal, sustituido desde febrero de 1988 por un
estadio Cartagonova al que ya le están saliendo arrugas en su epidermis.
Aun así, con esos hipotéticos
10.000 abonados que el FC Cartagena espera cazar a lazo si fuese preciso, el presupuesto del equipo volverá a ser uno de los más bajos de la categoría y en teoría, solo por este dato, no habría nadie con derecho a exigir a los albinegros un ascenso que parece es dulce reservado para el paladar de los más ricos o de los más entrampados clubes, hablaré en plata.
Solo por ese atrevido y hasta osado anuncio que este viernes 1 de julio ha hecho el director general Paco López con toda solemnidad, a riesgo de ser tomado por loco, envuelto en la broma de que no se jugará la promoción de ascenso a la Liga de las Estrellas…porque se ascenderá directamente, merecería que la afición dubitativa se volcase enganchándose a la campaña de abonos, que mejora sensiblemente la del anterior ejercicio, lo que alienta y hace más fácil alcanzar el éxito.. El objetivo de los 10.000 está en consonancia con los tiempos y con lo que reclama un club que quiere consolidarse como equipo en una atractiva competición.
Ahora le corresponde a la afición arropar y apoyar. La crisis existe pero una manera de estacionarla psicológicamente es apagar las preocupaciones
del momento y encender la linterna del buen fútbol y, por qué no, soñar con un ascenso impensable hace unos lustros cuando los aficionados éramos esclavos de una penosa, abominable y deleznable Segunda B, hoy en el pozo de las miseras, más deteriorada que nunca y menos grata que jamás se habría podido sospechar.
Toca sacar pecho un poco. Sí; ahora saldrán los que recordarán el batacazo del CD Tenerife la pasada liga cuando salió de equipo ascensor y se dio el batacazo que le hace ahora pasar por un club satélite de otras entidades que aportan ideas, dinero, técnicos y jugadores. Lo de los guanches es ejemplo de lo ilógico, pero por la misma ilógica del fútbol el FC Cartagena puede aspirar a figurar arriba en la próxima Liga que madruga al comenzar en el penúltimo fin de semana de agosto.
La presión la va a tener encima de todas maneras el equipo.
