Parece que fue ayer cuando el padre franciscano Antonio Turpín bajaba, muy venerable y muy en su papel de franciscano, por aquellas escaleras que conducían a la hoy reformada zona mixta. Fue un acierto absoluto. Digan lo que digan los ortodoxos y los críticos fue la mejor campaña de publicidad ideada en una campaña de abonos: “Bienaventurados los que cree…somos la ‘ostia’” –sin hache- decían los carteles.
Aquella impactante imagen tuvo magníficos resultados entre la afición y se alcanzaron los 9.000 abonados, el techo de las tres temporadas en la Liga. La segunda ya no fue lo mismo por muchos motivos, sobre todo el tremendo aumento en el precio de los abonos. Y la tercera también dejaba mucho que desear.
Aquel ‘Bienaventurados los que creen’ fue una idea impagable del mismísimo Paco Gómez, que pocas veces se le ocurrirá algo tan brillante para una campaña de abonos.
La frase habría que retomarla ahora, que hace falta de verdad. Bienaventurados los que creen, digo yo ahora también. El Cartagena está a nueve puntos de la salvación y tiene 18 puntos por delante para intentar el milagro. Es muy, muy difícil, pero no imposible. Bienaventurados los que creen porque de ellos será este mundo blanquinegro, en Segunda A o en Segunda B, pero cartagenerista.
Un club, un equipo, que tiene una legión de seguidores en su inmensa mayoría de gente joven que van a estar con su equipo. Pase lo que pase. Lo han demostrado, lo vimos este martes por la noche en la explanada del Cartagonova y lo vamos a seguir viendo.
Por esta gente, por estos bienaventurados que aún creen en la permanencia me quito el sombrero. Vale la pena luchar. Esté en dónde esté el Cartagena la próxima temporada tendrá detrás a muchos que creen en ellos y que siguen siendo la ‘ostia’.
