21 de agosto de 2011, 20:33
Llegado el momento toca reflexionar un poco sobre el papel de la LFP, que mantiene un duro contencioso con la AFE con resultado de 0-1 a favor de esta última. Es el gol de la huelga, que ha vuelto al fútbol profesional y que, si no se arregla esta próxima semana, permitirá que a Astiazarán y su tropa le coloquen un segundo gol por la escuadra. Sería la segunda jornada de Liga no disputada.
La LFP es la unión de clubes organizados para hacer negocio de la teta de la vaca lechera que es el fútbol en sí. Es la tapadera que cubre las vergüenzas de todo lo que se hace mal en el fútbol en el orden administrativo y que ha permitido el abuso de poder y el desamparo en el que se encuentran futbolistas ante los impagos de sus contratos y el mucho morro que, al amparo de los concursos de acreedores, propician una salida tramposa por parte de la LFP.
Por eso yo en esta situación me alineo con la AFE y lo hago abiertamente.
La mala gestión económica de los socios de la LFP, comisión de despilfarradores, entregados en cuerpo y alma a los intereses de quienes manejan la maquinaria de la televisión, para colocar partidos a cualquier hora, en cualquier día y con la perspectiva de extender su mando máximo, autoritario, al mundo de la radiodifusión deportiva con la pretendida implantación del canon por retransmisiones de encuentros, otra guerra que pronto veremos cómo acaba.
Se dan situaciones injustas al tener la LFP la sartén por el mango. El evidente descrédito y la impopularidad que ya soporta la LFP entre los aficionados, que son los que mantienen la fiesta, pagando sus carnés de socios y abonados, pasando por taquilla en los estadios, abonando el PPV o la cuota de Gol T o Canal Liga va en crecimiento.
Por eso proclamo desde aquí que la LFP me está cayendo gorda y cada vez más. No lo puedo remediar. Por sus actuaciones incoherentes que van desde las contradicciones entre lo que manifiestan sus directivos en los medios de comunicación y lo que expresan en votaciones internas para tratar temas como el de la huelga, la LFP podrá fijarse en otros modelos que imperan en Reino Unido o Alemania, pero por el momento ha fracasado en el propio territorio.
Los aficionados se convierten/nos convertimos en peleles de trapo ante los caprichos de la LFP y ese gran poder que hace que los aficionados sean manejados al antojo de los incompetentes elementos que mueven sus hilos.
La regeneración del fútbol en España tendría que pasar por el control que los propios seguidores, con el Gobierno (del color que sea) a la cabeza, ejercerían para no permitir los desmanes de esa LFP que solo piensa en recaudar y que se me antoja le importa un rábano que los clubes paguen o dejen de pagar lo que deben. A río revuelto siempre habrá ganancia para los pescadores.
La LFP es la unión de clubes organizados para hacer negocio de la teta de la vaca lechera que es el fútbol en sí. Es la tapadera que cubre las vergüenzas de todo lo que se hace mal en el fútbol en el orden administrativo y que ha permitido el abuso de poder y el desamparo en el que se encuentran futbolistas ante los impagos de sus contratos y el mucho morro que, al amparo de los concursos de acreedores, propician una salida tramposa por parte de la LFP.
Por eso yo en esta situación me alineo con la AFE y lo hago abiertamente.
La mala gestión económica de los socios de la LFP, comisión de despilfarradores, entregados en cuerpo y alma a los intereses de quienes manejan la maquinaria de la televisión, para colocar partidos a cualquier hora, en cualquier día y con la perspectiva de extender su mando máximo, autoritario, al mundo de la radiodifusión deportiva con la pretendida implantación del canon por retransmisiones de encuentros, otra guerra que pronto veremos cómo acaba.
Se dan situaciones injustas al tener la LFP la sartén por el mango. El evidente descrédito y la impopularidad que ya soporta la LFP entre los aficionados, que son los que mantienen la fiesta, pagando sus carnés de socios y abonados, pasando por taquilla en los estadios, abonando el PPV o la cuota de Gol T o Canal Liga va en crecimiento.
Por eso proclamo desde aquí que la LFP me está cayendo gorda y cada vez más. No lo puedo remediar. Por sus actuaciones incoherentes que van desde las contradicciones entre lo que manifiestan sus directivos en los medios de comunicación y lo que expresan en votaciones internas para tratar temas como el de la huelga, la LFP podrá fijarse en otros modelos que imperan en Reino Unido o Alemania, pero por el momento ha fracasado en el propio territorio.
Los aficionados se convierten/nos convertimos en peleles de trapo ante los caprichos de la LFP y ese gran poder que hace que los aficionados sean manejados al antojo de los incompetentes elementos que mueven sus hilos.
La regeneración del fútbol en España tendría que pasar por el control que los propios seguidores, con el Gobierno (del color que sea) a la cabeza, ejercerían para no permitir los desmanes de esa LFP que solo piensa en recaudar y que se me antoja le importa un rábano que los clubes paguen o dejen de pagar lo que deben. A río revuelto siempre habrá ganancia para los pescadores.
