29 de junio de 2012, 22:21
De las cosas de las que no tengo la más mínima duda (y me considero excesivamente dubitativo) es de que si el FC Cartagena no hubiese errado en su segunda campaña en Segunda, tras el ascenso de 2009, habría alcanzado entre 9.000 y 10.000 abonados con relativa facilidad. Mas la campaña de abonados fue muy mal urdida y no fracasó plenamente porque la afición estaba satisfecha en lo deportiva, atónita y como en una nube al comprobar que el ascenso a Primera se tuvo en las manos.
Aquella campaña de Abonos de 2010-2011 no tuvo sentido tras el ‘campañón’ -palabra que utiliza Carlos Trasante- del equipo de JIM, cuando Cygan y Víctor maravillaban y Toché realizaba una de sus mejores temporadas, con Longás y Lafuente en la mejor forma. Y un Mariano pujante y gran capitán. La campaña para captar abonados desilusionó en contraste con las puestas en marcha por otros clubes que demostraban pensar de verdad en la afición.
Las cosas han cambiado. Ya no se va a jugar en una apetecible Liga Adelante, el presupuesto será otro, a la baja, y la Asociación de Peñas ha sabido plasmar la mayoría de deseos de los aficionados respecto a lo que quieren para poder seguir colaborando sin que la economía doméstica quede quebrantada.
Hoy, desde mi punto de vista, de aquel suspenso de 2011 se ha pasado a un notable en esta ocasión ante la campaña 2012-2013. Habrá opiniones en contra, muy respetable, pero si nos molestamos a comprobar las condiciones para abonarse antes y las que se ofrecen ahora saldrán convencidos de que no hay color. Yo lo he hecho con detenimiento.
Este mes de julio, en los primeros días, se inicia la campaña de abonados y los precios han bajado y se ha tenido en cuenta muchos aspectos despreciados antes que favorecen a los aficionados. De manera que si el presidente Paco Gómez ha cedido en esta oportunidad, la responsabilidad recae ahora en el núcleo de la Efesemanía que normalmente tendría que rebasar con creces el número de 7.000 abonados. Todo lo que no sea superar esa cifra –opinión personal- es un fracaso una vez que la mentalidad de una afición joven en mayoría es distinta a la de quince o veinte años en la que primaban los intereses propios por encima de lo que debe ser la fidelidad a unos colores. Ahora sí hay una afición fiel que no puede defraudar.
Aquella campaña de Abonos de 2010-2011 no tuvo sentido tras el ‘campañón’ -palabra que utiliza Carlos Trasante- del equipo de JIM, cuando Cygan y Víctor maravillaban y Toché realizaba una de sus mejores temporadas, con Longás y Lafuente en la mejor forma. Y un Mariano pujante y gran capitán. La campaña para captar abonados desilusionó en contraste con las puestas en marcha por otros clubes que demostraban pensar de verdad en la afición.
Las cosas han cambiado. Ya no se va a jugar en una apetecible Liga Adelante, el presupuesto será otro, a la baja, y la Asociación de Peñas ha sabido plasmar la mayoría de deseos de los aficionados respecto a lo que quieren para poder seguir colaborando sin que la economía doméstica quede quebrantada.
Hoy, desde mi punto de vista, de aquel suspenso de 2011 se ha pasado a un notable en esta ocasión ante la campaña 2012-2013. Habrá opiniones en contra, muy respetable, pero si nos molestamos a comprobar las condiciones para abonarse antes y las que se ofrecen ahora saldrán convencidos de que no hay color. Yo lo he hecho con detenimiento.
Este mes de julio, en los primeros días, se inicia la campaña de abonados y los precios han bajado y se ha tenido en cuenta muchos aspectos despreciados antes que favorecen a los aficionados. De manera que si el presidente Paco Gómez ha cedido en esta oportunidad, la responsabilidad recae ahora en el núcleo de la Efesemanía que normalmente tendría que rebasar con creces el número de 7.000 abonados. Todo lo que no sea superar esa cifra –opinión personal- es un fracaso una vez que la mentalidad de una afición joven en mayoría es distinta a la de quince o veinte años en la que primaban los intereses propios por encima de lo que debe ser la fidelidad a unos colores. Ahora sí hay una afición fiel que no puede defraudar.
