5 de septiembre de 2014, 15:37
Después de casi 2.000 visitas a ese artículo, no han faltado críticas a ese comentario escrito sobre la marcha, con la mejor intención y al poco de acabar aquel encuentro con los de Paco Jémez en Pinatar Arena. Alguna la comparto, otras no. Pero da lo mismo. Aquel equipo me pareció que tenía buena pinta y así lo dije. El de ahora, no. Y también lo digo.
Pero tanto entonces como ahora hay un mismo denominado que habría que recordarlo: este Cartagena está en plena construcción por un entrenador que, seguramente, no tenía ni pajolera idea de la Segunda B ni desde luego de los jugadores que se fichaban. Tampoco es culpa de Julio Ribas que el uruguayo no pueda sentarse en el banquillo ni que sus jóvenes compatriotas (Denís, Rak, Gernández y Pablo Boselli) hayan tenido que quedarse en Uruguay porque los papeles no están en regla.
Pero sí es responsabilidad suya que su equipo dé otra impresión muy distinta a la que viene ofreciendo, lo hizo ante el Marbella, en Granada y el pasado miércoles con el UCAM. Que sea menos defensivo, que juegue a algo o que por lo menos ofrezca otra sensación y que parezca que saben a lo que juegan. Qué menos que eso para ilusionarse un poco ¿verdad? Cada palo tendrá que aguantar su vela.
En el Cartagena, me cuentan, no hay nervios. Todo lo contrario, y eso está muy bien porque tenemos todo el tiempo del mundo para estabilizar una situación rara, si se quiere, pero con mucho margen para mejorar. La experiencia me demuestra que hay que tener paciencia pero también entiendo a los que quieren ver otra imagen en su equipo.
Eso es lo que hay que hacer, mejorar. Trabajar mucho para mejorar. Mimbres hay para hacer un buen cesto y tiempo también pero es verdad que este Cartagena no puede dar la imagen que ha ofrecido en los primeros partidos de la temporada. Paciencia y tranquilidad que el mundo no se hizo en un día. Y si no funciona el equipo no preocuparos que lo dremos también. Faltaría más.
