15 de diciembre de 2013, 19:23
Más de la mitad de los goles recibidos por el Cartagena, al menos los que yo he visto in situ y en resúmenes de televisión cuando no he viajado, que ahora es siempre, han podido ser evitados. Nada nuevo en el fútbol en general. Impedir que el rival marque no es sencillo. Cuenta la habilidad de los contrarios, la suerte y elementalmente la propia conducta. Despistes, falta de concentración, de decisión, mala colocación o la falta de recursos o de técnica hacen aumentar las posibilidades de encajar…
Obviamente hay partidos y partidos. Los mejores del Cartagena en cuanto a seguridad defensiva me equivocaré poco si cito los disputados en Lucena, Albacete, Cádiz (jugando con diez); los peores han sido varios en un equipo en el que se da la situación de que el portero
Limones es de los más acertados.
¿Es la defensa cartagenerista un coladero? Yo no diría tanto, pero en determinados partidos se ha aproximado esa situación y el del sábado ante el Algeciras fue de esos encuentros en los que se observan agujeros en la cobertura. Todo no es achacable a la ausencia de
Mariano, que no jugó el otro día por sanción, sino a rendimientos no acordes con lo que tendría que representar una solidez propia de los equipos que aspiran al ascenso. En esa faceta de tapar huecos y de defender bien es evidente que el Cartagena tiene que llamar a la puerta del mercado de invierno para incorporar nuevas piezas para su puzzle.
La prolongación de la ausencia de
Javier Tarantino, que comienza a asemejarse bastante a la de
Manuel Rueda la pasada campaña, y la inseguridad que se detecta en el ala derecha de la cobertura, al no prosperar
Alex Cacho y no cuajar
Dani Ruiz con las prisas que demanda la competición, colocan al club en la tesitura de intentar la potenciación de la defensa.
De momento el sábado
Tevenet ya dio a conocer su versión en el sentido de que sólo cuenta con 18 jugadores y necesita más herramientas. Ni una palabra más.
