15 de septiembre de 2009, 2:00
El amarillo es por antonomasia el color gafe, que en algunos círculos artísticos no se admite. Un ejemplo es el del toreo, en el que Jesulín –un gracioso- se atrevió a aparecer vestido así en un patio de cuadrillas, lo que le atrajo toda la aversión de sus compañeros y de la afición. Pero, por contraste, la vuelta del capote tradicional es amarillo. Tampoco en el teatro les hace gracia. Y a mí, personalmente, menos.
Pues bien, ahí tenemos al Cádiz y al Las Palmas, de amarillo, y no digamos al Villarreal, de amarillo total, con mucha más historia, biografía y solera que nuestro Cartagena. Y la última vez que jugó el Zaragoza la final de Copa salió vestido de amarillo y negro, los dos colores de la mala suerte. No era favorito sino la víctima, el rival estaba en mejor forma y todos lo consideraban superior. Pues ganaron los maños.
No digamos cómo va vestido el rey del Tour, el emperador del ciclismo mundial, el campeón de la bicicleta : de amarillo.
Durante años, el recordado Isidoro Valverde y yo dimos la batalla para que le quitaran el negro al Cartagena o tuvieran alivio de tanto luto. Ingenuo de mí achacaba a esos colores la mala suerte permanente de nuestro equipo representativo. Incluso se hablaba que, durante una época, fuimos con la camiseta a rayas blancas y rojas, como el Sporting o el Atleti. (Que algún historiador del fútbol cartagenero nos diga todos los colores que han llevado. Sería muy curioso).
Han ido de carmesí cartagenero y de otros más y ascendimos el bendito 24 de mayo de 2009 de verde pistacho. Como fue una tarde de tremenda suerte, creía que sería el segundo uniforme, pero no, a alguien se le ocurrió el amarillo y torcí el gesto.
Pero como el Cartagena ya está fuera del poder del gafe, esta temporada unas veces de negro y otras de amarillo el equipo ha triunfado, así que tendremos que dejar aparcada la historia de los colores y darnos cuenta de que lo único importante es tener un buen equipo, jugar bien y marcar goles.
Da igual el negro, el amarillo, el carmesí, el pistacho o el arco iris. Díganle algo, a la vista de la clasificación, al que se inventó el amarillo.
Pues bien, ahí tenemos al Cádiz y al Las Palmas, de amarillo, y no digamos al Villarreal, de amarillo total, con mucha más historia, biografía y solera que nuestro Cartagena. Y la última vez que jugó el Zaragoza la final de Copa salió vestido de amarillo y negro, los dos colores de la mala suerte. No era favorito sino la víctima, el rival estaba en mejor forma y todos lo consideraban superior. Pues ganaron los maños.
No digamos cómo va vestido el rey del Tour, el emperador del ciclismo mundial, el campeón de la bicicleta : de amarillo.
Durante años, el recordado Isidoro Valverde y yo dimos la batalla para que le quitaran el negro al Cartagena o tuvieran alivio de tanto luto. Ingenuo de mí achacaba a esos colores la mala suerte permanente de nuestro equipo representativo. Incluso se hablaba que, durante una época, fuimos con la camiseta a rayas blancas y rojas, como el Sporting o el Atleti. (Que algún historiador del fútbol cartagenero nos diga todos los colores que han llevado. Sería muy curioso).
Han ido de carmesí cartagenero y de otros más y ascendimos el bendito 24 de mayo de 2009 de verde pistacho. Como fue una tarde de tremenda suerte, creía que sería el segundo uniforme, pero no, a alguien se le ocurrió el amarillo y torcí el gesto.
Pero como el Cartagena ya está fuera del poder del gafe, esta temporada unas veces de negro y otras de amarillo el equipo ha triunfado, así que tendremos que dejar aparcada la historia de los colores y darnos cuenta de que lo único importante es tener un buen equipo, jugar bien y marcar goles.
Da igual el negro, el amarillo, el carmesí, el pistacho o el arco iris. Díganle algo, a la vista de la clasificación, al que se inventó el amarillo.