15 de julio de 2010, 2:00
Ofertas, fichajes, idas y venidas. El fútbol profesional cada vez está más peleado con los sentimientos. Intereses de aquí y allá, el entrenador que viene y no te pone, los años que ya van pasando y la oportunidad que se te abre en otro lugar. Son demasiados factores diferentes los que hace que los jugadores de fútbol cambien de club. Tras apenas dos o tres años de estancia en el mismo equipo, ya puedes ser uno de los capitanes. Hoy en día, este mundo vive instalado en la inmediatez.
En ese espacio de tiempo, la gente establece vínculos y relaciones con aquellos que están a su alrededor. Pero, de repente, por hache o por be, dicho jugador desaparece del club. Un Primera que lo ha llamado, un entrenador que lo descarta o que, sencillamente, se deja de contar con él. Toda esa gente que lo sigue, decide “hacerse un poquito” de ese otro equipo al que se vaya. Después de, no sé, un lustro o una década de aficionado, viendo jugadores pasar, ¿cuántos ídolos podemos llegar a tener? ¿cuántos “otros equipos” podemos llegar a coleccionar?
Es por ello que dejé de idolatrar a jugadores, salvo contadísimas excepciones que no vienen al caso. Hay que entender que los jugadores están de paso, siempre mirando por sus propios intereses, como cualquier hijo de vecino. Lo único que hay que esperar de ellos es que, durante su larga o corta estancia en el equipo se comporten de una manera profesional, y que su rendimiento sea óptimo. Después, suerte y hasta luego, no hay más...
En ese espacio de tiempo, la gente establece vínculos y relaciones con aquellos que están a su alrededor. Pero, de repente, por hache o por be, dicho jugador desaparece del club. Un Primera que lo ha llamado, un entrenador que lo descarta o que, sencillamente, se deja de contar con él. Toda esa gente que lo sigue, decide “hacerse un poquito” de ese otro equipo al que se vaya. Después de, no sé, un lustro o una década de aficionado, viendo jugadores pasar, ¿cuántos ídolos podemos llegar a tener? ¿cuántos “otros equipos” podemos llegar a coleccionar?
Es por ello que dejé de idolatrar a jugadores, salvo contadísimas excepciones que no vienen al caso. Hay que entender que los jugadores están de paso, siempre mirando por sus propios intereses, como cualquier hijo de vecino. Lo único que hay que esperar de ellos es que, durante su larga o corta estancia en el equipo se comporten de una manera profesional, y que su rendimiento sea óptimo. Después, suerte y hasta luego, no hay más...
