No seré yo el que diga que Kabiru Akinsola Olanrewaju es el culpable de este pedazo de socavón por el que pasa el Cartagena porque seguro que tienen que ser otras muchas cosas, pero sí se puede decir que, desde la llegada del nigerano, las cosas han cambiado para mal en el Cartagena.
Cuando Akinsola llegó al Cartagena el equipo iba como una moto. Seis partidos y seis victorias. Viajó convocado por vez primera a Sevilla. Empate a dos. Hasta ese día la alineación inicial que ponía Pato se la sabían hasta los niños pequeños. Dos meses después acertar una alineación blanquinegra resulta una entelequia.
Da la sensación de que al nigeriano había que meterlo en un once que funcionaba, aunque fuese con calzador y a costar de mover hasta el banquillo a gente que estaba funcionando a las mil maravillas, como Cañadas o Perona pongo por casos. Y encima Akinsola solamente ha sido titular en tres ocasiones y ni un solo gol si exceptuamos el de las otras tardes en la pachanga con el Yeclano. Uff, no lo entiendo.
No seré yo quien diga que Akinsola es el culpable, líbreme Dios. Pero sí digo que desde su llegada este Cartagena que antes lo ganaba todo ahora solamente ha sumado dos victorias y ha sufrido cuatro derrotas. Los números son incontestables. Akinsola no será el culpable. Pero todo coincide con su llegada, mecachis que mala pata hemos tenido. Tengo que pedirle a Pedro reverte o a Pato que me lo expliquen aunque yo creo que ni ellos mismos saben lo que ocurre
Así que no entiendo qué necesidad había de tocar o, mejor dicho, de mal tocar a un equipo que funcionaba, que Perona salía a casi un gol por partido y que ahora está en el banquillo o ni eso. Que a Florian se le ha secado la pólvora, que Cañadas no tiene la magia de antes. Que no, que las cosas no son como eran y, francamente, no lo entiendo. No comprendo bien porqué se toca un equipo que iba como una moto.
Que conste que no hago al nigeriano Akinsola culpable de nada. Quede claro. Pero sí digo que, desde su llegada, casualmente, nada es como era. Lo único que se me ocurre pensar, lo más inocente es que las cosas que funcionan nunca hay que tocarlas.
