'Icues' y 'Queos'

La verdad, es que me había propuesto escribir solo de temas actuales del fútbol en nuestra ciudad. Pero no lo puedo remediar (será que la cabra tira al monte) cada vez que me pongo delante del ordenador, para escribir un artículo sobre cualquier tema deportivo, acuden a  mi mente tantos y tantos recuerdos, que no tengo más remedio que hacer de comunicador con mis posibles lectores, e intentar transmitirles parte de esos momentos inolvidables, que se quieran o no, forman parte de mi vida.

Voy a tratar en esta ocasión, de escribir sobre algo tan conocido en nuestra ciudad como son los "Icues” y los "Queos”. Sobre ellos se ha escrito mucho, mi aportación en este artículo es todo de primera mano,  nunca (mientras pueda) acudo a bibliografía. Esto tiene un inconveniente y es que me pueda equivocar en algún dato, yo confío en mi memoria, y de no ser así algún lector me la refrescará.

Ahora mismo, trato de reconstruir como y de qué manera empiezo a oír hablar del "Icue” ya sé que todos los chicos de los años cincuenta, tenemos en nuestra cabeza una versión distinta, la mía es la siguiente, En el antiguo club de regatas, los chavales cruzábamos a nado, de lado a lado, la dársena de botes, que entonces se usaban para recorrer el puerto, el merito consistía en cruzarlo buceando, y ahí es donde yo empiezo a oír como se dice, "Icue” si lo pasas te doy un real, eso lo tengo grabado en mi mente.

 

Posteriormente, fue mi querido amigo (enorme futbolista) Salvador Munuera, el que de niño empezó a popularizar el apelativo entre nosotros, a todos los chavales nos llamaba "Icue” y todos nos dábamos por aludidos. Es más, entre nosotros para distinguir a Munuera del resto, simplemente decíamos, busca al "Icue” (refiriéndonos a el). Hoy, después de tantos años, cuando nos vemos los amigos, para preguntar por Salvador, decimos ¿qué sabes del "Icue”? Y todos sabemos a quién nos referimos.

 

Desde luego es sabido que el "Icue” nos simboliza al sesenta por ciento de los niños de la época, niños libres que, en cuanto podíamos nos íbamos a los bloques a jugar, e incluso a coger almejas y dátiles entre las rocas.  Felizmente, un primo mío, Manuel Ardil Pagán (excelente escultor) plasmó en bronce en el año 1969, la figura que hoy luce en pleno centro de Cartagena, y que poco a poco va alcanzando una popularidad tan grande que ya traspasa todas fronteras.

Muy distinta, es la versión que tengo del "Queo” este apelativo se hizo popular en principio en el barrio de Santa Lucia, y pienso que se refería al golfillo que, en la postguerra pululaba por los muelles del barrio, buscando la forma de sobrevivir.

El "Queo” que logró La máxima popularidad en Cartagena, se llamaba de apellido Ávila, y era un chaval buenísimo,(servidor le conoció personalmente) se iba a la puerta del colegio de los Hermanos Maristas con mucha frecuencia, y con una cascara de naranja se liaba a darle patadas, logrando record de toques, esto asombraba a los alumnos del colegio, que le daban algún dinero y comida. Posteriormente el "Queo”  (así le llamábamos) empezó a ganarse la vida como boxeador, iba a entrenarse al castillo de los patos con José Hernández, "el zurdo de Elche” campeón de Europa, que estaba haciendo el servicio militar en Cartagena, y empezó a pensar que el boxeo podía ser su destino. Un promotor llamado Reyes del Camino, se fijó en el chaval, y en efecto, lo hizo boxeador, llegando a profesional  con el nombre de” Avila la araña del ring de Cartagena” llenando la plaza de toros, donde se instalaba el ring para ver sus combates.

El "Queo” que como digo era un chaval muy simpático, y querido en la ciudad, una vez acabada su vida pugilística, logró un puesto de trabajo en Repesa, donde tengo entendido que fue un excelente cocinero (puesto de trabajo que consiguió en la empresa) 

Deseo que os guste el artículo, y ayude a conocer un poco más a personajes de nuestra ciudad. Saludos