17 de julio de 2009, 2:00
En los últimos años en todas mis visitas a Cartagena el encuentro era seguro. Lo veía con ese amago de sonrisa, tan característica de su personalidad, como si le diera el sol en la cara y la dejara en media sonrisa, y el diálogo era siempre el mismo.
Y me daba su versión tan humana aflorando su amor por Cartagena y por el FC. Queriendo que lo negro acabara en blanco.
En la temporada 2008-2009 no estuve en la ciudad que me llena siempre el alma, aunque me hace volver irritado por lo que veo y no debiera ver, y por tanto no pudo darme su diagnóstico de una situación nueva y alegre que no podrá desgraciadamente vivir. Qué manera de sufrir, qué manera de subir, que nos dijeron después del ascenso.
Morirse es una tragedia. Morirse a los 59 años, tan joven, es doble tragedia, que tanto sentimos todos los que le conocimos. Haberse tragado sinsabores del FC durante tantos años y no poder disfrutar ahora un poquito es una jugarreta de la vida. A la vista de lo ocurrido, Pepe Navarro ha sido un hombre sin suerte, pero tuvo y tendrá el gran honor de ser valorado en vida por los que le conocimos y recordado tras su muerte. Nunca me falló. Varias veces por teléfono le pedí un dato o la información concreta sobre algo que ocurría. Y fué siempre rápido y certero, además de amable.
En Cartagena ha dejado una estela de bien hacer y de mucha humanidad, que no sé si vamos a poder seguir.
- Qué Pepe, ¿subimos este año?
Y me daba su versión tan humana aflorando su amor por Cartagena y por el FC. Queriendo que lo negro acabara en blanco.
En la temporada 2008-2009 no estuve en la ciudad que me llena siempre el alma, aunque me hace volver irritado por lo que veo y no debiera ver, y por tanto no pudo darme su diagnóstico de una situación nueva y alegre que no podrá desgraciadamente vivir. Qué manera de sufrir, qué manera de subir, que nos dijeron después del ascenso.
Morirse es una tragedia. Morirse a los 59 años, tan joven, es doble tragedia, que tanto sentimos todos los que le conocimos. Haberse tragado sinsabores del FC durante tantos años y no poder disfrutar ahora un poquito es una jugarreta de la vida. A la vista de lo ocurrido, Pepe Navarro ha sido un hombre sin suerte, pero tuvo y tendrá el gran honor de ser valorado en vida por los que le conocimos y recordado tras su muerte. Nunca me falló. Varias veces por teléfono le pedí un dato o la información concreta sobre algo que ocurría. Y fué siempre rápido y certero, además de amable.
En Cartagena ha dejado una estela de bien hacer y de mucha humanidad, que no sé si vamos a poder seguir.