9 de marzo de 2010, 1:00
Convendremos todos en que los únicos protagonistas de los partidos de fútbol base deberían ser los niños. Pero esto no es siempre así. A veces aparecen ciertos seres peculiares, aunque necesarios.
El espécimen más común en los campos suele ser el padre entrometido. Si su hijo no juega, arremete contra el monitor. Si su hijo juega, pero el equipo no gana, arremete contra el resto de jugadores. Y si su hijo juega y el equipo gana, acaba exigiendo de más al muchacho y creándole más presión. Sonará a topicazo, pero es la realidad: hay que dejar que el niño juegue por el mero placer de jugar, de divertirse. Dejémos a los entrenadores hacer su trabajo. Que les enseñen no sólo a ser mejores jugadores, sino también que les inculquen los valores con los que se educan en todas las escuelas de fútbol: respeto, solidadridad, trabajo en equipo.
Por esto me parece excelente la campaña que va a llevar a cabo la Federación de Fútbol de la Región. Todo el “entorno” del fútbol base debe concienciarse de que esto debería ser sólo un juego. Que siga siendo fútbol en estado puro.
Punto y aparte representa el colectivo arbitral. Absolutamente necesario para el fútbol, deberíamos respetar y agradecer su trabajo. Pero todos tenemos que poner de nuestra parte, incluído ellos mismos. Deben ser conscientes de que están tratando con niños, y su labor no debe ser tanto sancionadora como pedagógica. Deberían hablar más, ser más comunicativos. Cambiar tarjetas por explicaciones que los niños entiendan y comprendan. Con un cambio de actitud visible, creo que el respeto por parte de los padres llegaría por si sólo. Respeto que, de momento, se hace de rogar
El espécimen más común en los campos suele ser el padre entrometido. Si su hijo no juega, arremete contra el monitor. Si su hijo juega, pero el equipo no gana, arremete contra el resto de jugadores. Y si su hijo juega y el equipo gana, acaba exigiendo de más al muchacho y creándole más presión. Sonará a topicazo, pero es la realidad: hay que dejar que el niño juegue por el mero placer de jugar, de divertirse. Dejémos a los entrenadores hacer su trabajo. Que les enseñen no sólo a ser mejores jugadores, sino también que les inculquen los valores con los que se educan en todas las escuelas de fútbol: respeto, solidadridad, trabajo en equipo.
Por esto me parece excelente la campaña que va a llevar a cabo la Federación de Fútbol de la Región. Todo el “entorno” del fútbol base debe concienciarse de que esto debería ser sólo un juego. Que siga siendo fútbol en estado puro.
Punto y aparte representa el colectivo arbitral. Absolutamente necesario para el fútbol, deberíamos respetar y agradecer su trabajo. Pero todos tenemos que poner de nuestra parte, incluído ellos mismos. Deben ser conscientes de que están tratando con niños, y su labor no debe ser tanto sancionadora como pedagógica. Deberían hablar más, ser más comunicativos. Cambiar tarjetas por explicaciones que los niños entiendan y comprendan. Con un cambio de actitud visible, creo que el respeto por parte de los padres llegaría por si sólo. Respeto que, de momento, se hace de rogar
