viernes. 26.04.2024
Miguel Ángel Rodriguez | Médico

Política y deporte: Mala mezcla

Considero pintiparada la ocasión para que los cartageneros y cartageneristas, que acudiremos en masa a la cita, demos una lección de identidad a todos los que esperan expectantes este acontecimiento calificado como de “alto riesgo” por la Comisión Antiviolencia.El reconocimiento de las mejores aficiones lo es por el apoyo incondicional...
Considero pintiparada la ocasión para que los cartageneros y cartageneristas, que acudiremos en masa a la cita, demos una lección de identidad a todos los que esperan expectantes este acontecimiento calificado como de “alto riesgo” por la Comisión Antiviolencia.

El reconocimiento de las mejores aficiones lo es por el apoyo incondicional a su equipo, por el fair play tanto en la victoria como en la derrota, no por la gresca y la humillación del rival. En mi anterior artículo me refería a la imagen dada por nuestro equipo en la visita al Ruiz de Lopera, mucho más allá de lo estrictamente competitivo. Pues bien, la afición, en esta ocasión, debe estar a la altura de las circunstancias, volcarse con este grupo de gente que está movilizando nuestras ilusiones deportivas y aislarse del entorno y de las manipulaciones de un y otro signo que no pretenden mas que utilizar el deporte para reivindicaciones que deben hacerse en otros ámbitos.

Si el enfrentamiento político sale de los parlamentos y las urnas y entra en los estadios, va a ser imposible deslindar una pasión de otra. Pero mucho más difícil va a ser controlar sus efectos. Cuidado, que una cosa es desgañitarse contra el equipo rival y otra mucho más peligrosa es enfrentarse con hostilidad sin límites contra los rivales políticos.

Los nacionalismos, y, por ende, los localismos, son algo trasnochado que ya debería estar superado más allá de lo que significa la defensa y el orgullo por la propia identidad de los pueblos, y todo lo que vaya encaminado a reafirmarla será positivo a la larga; si se pretende hacer mediante el enfrentamiento y la contraposición a los demás, solo transmitiremos mezquindad y atávicos complejos mal superados.

Finalmente, una propuesta coherente con todo lo anterior: cambiemos la ya famosa pancarta de “Cartagena no es Murcia” por la de “CARTAGENA ES CARTAGENA”. Saludemos al rival y animemos a los nuestros.

Política y deporte: Mala mezcla
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