Un artículo de opinión de CARLOS SÁNCHEZ (@charlidsg)
La 'comidilla' estos días en los círculos del fútbol regional es el Real Murcia. Concretamente, el intento (o no, que no ha quedado muy claro, aunque personalmente me creo 'a pies juntillas' lo que publique José Otón en su diario) de compra de la entidad grana por parte Zainudin Nordin. Una operación con ese toque de exotismo que hace que llame poderosamente la atención a primera vista. Son semanas de mucho revuelo al otro lado del puerto de la Cadena.
En ese sentido, Cartagena y Murcia siempre han sido vasos comunicantes, pero normalmente lo peor siempre caía hacia la ciudad portuaria. En los últimos años, hemos vivido la caída del 'imperio' Paco Gómez, el mandato de entretiempo de Fran de Paula, los coqueteos de González Sobrino, la fallida (por ser suave) gestión de los uruguayo-valencianos, con Florentino a los mandos y, finalmente, el desembarco de Belmonte y la aparición de Cordero con un mes de junio con mucho ruido de sables. Hemos tenido un máster condensado en el tiempo de cosas que, en otras latitudes, no llegan a pasar en medio siglo.
Pero ahí se acabó. Durante julio, agosto y, ahora lo que llevamos de septiembre, de lo único que se ha hablado es de la confección de la plantilla, la llegada de Víctor, los resultados, el estado del equipo... lo normal en un club de fútbol, vamos. Lo más espinoso es la negociación del club con La 7 TV para la cesión de los derechos de emisión de sus partidos. Un juego de niños, vamos. Por contra, ahora las aguas bajan muy revueltas en el club de la ciudad del Segura. Samper no sabe qué hacer con semejante patata caliente, con cada vez menos apoyos en las gradas y con un rendimiento deportivo que no se adecua a las exigencias desde los despachos.
Por una vez, está bien ver los toros desde la barrera. Por una vez, está bien poder seguir la actualidad de cosas habituales en este mundo, y no andar siempre pendientes de cuál va a ser el próximo episodio del esperpento en que llevaba varios años instalados el club. Esta es la primera victoria de esta campaña y, si se mantiene esta misma línea, será terreno abonado para, por fin, empezar a crecer de manera seria y sin pies de barro.
