viernes. 26.04.2024

Víctor Fernández, el ídolo caído

GUILLERMO JIMÉNEZ Como jugador, aun con su 1,65, lo fue de altura. En el FC Cartagena dejó huella en la mejor etapa albinegra en la historia: 72 partidos en dos campañas, la primera rozando  el Olimpo del ascenso a Primera. Algo extraño debió de suceder (aún no descifrado) para que el...
GUILLERMO JIMÉNEZ

Como jugador, aun con su 1,65, lo fue de altura. En el FC Cartagena dejó huella en la mejor etapa albinegra en la historia: 72 partidos en dos campañas, la primera rozando  el Olimpo del ascenso a Primera. Algo extraño debió de suceder (aún no descifrado) para que el salto a la más cotizada liga española no se produjese. El más dulce caramelo del premio se lo chuparon otros por la cara: el Levante, por ejemplo; o el Hércules, también por ejemplo. Víctor aportó en su primer ejercicio como cartagenerista 9 goles, el primero en el estadio Gal de Irún (1-1). Su debut ya fue victorioso, en el Montilivi de Gerona (0-1) una tarde en la que el genial Quique de Lucas hizo el gol. El equipo entrenado por un sembrado JIM comenzaba a labrar su impresionante trayectoria de revelación.
 
La alcaldesa Barreiro  tuvo un año de gratuita felicidad en los pasillos del Congreso de los Diputados cuando sus compañeros en los escaños piropeaban al Cartagena que paseaba su estilo en los encuentros que ofrecía la tele todos los fines de semana y ella, que de fútbol ni mu, contenta y feliz.
 
Víctor puso su sello en un gran equipo, Como Pascal Cygan, pero el mariscal francés y jefe del área propia no marcaba goles y su espectáculo iba por otras veredas. El de Mérida era una ardilla, un cuco, un robacarteras para los defensas, un tipo listo que caía bien a todo el mundo. El rey en el césped del Cartagonova; el vecino más admirado en el Polígono residencial de Santa Ana, donde vivía media plantilla del equipo.  Todavía recuerdo  su gol histórico en aquel 4-1 a la UD Las Palmas en el Cartagonova cuando Víctor Fernández  mandó una pelota en parábola desde el centro del campo y sorprendió al meta Pindado. Salieron los pañuelos blancos a saludar el golazo; muchos más pañuelos que los doce o catorce, veinte o treinta que   aparecieron el pasado domingo para expresar la disconformidad con el entrenador, un técnico llamado Víctor Fernández, en otra faceta en la que se estrenaba en Segunda B tras cuatro partidos en el banquillo del Leganés, el año anterior, en el que no llegó a perder en el tramo final de la Liga. Fue cronológicamente el cuarto preparador del equipo madrileño: triunfo en Toledo, (1-2), goleadas en casa a Celta B (4-0) y At. Madrid B (5-2) y un empate en Lugo (1-1). Pero antes el Chingurri se despidió como jugador tras 29 partidos y el legado de nueve goles para los pepineros. Acabaron en duodécima posición. Misión cumplida. Se salvaron de la quema. En la misma campaña el Lega tuvo como técnicos a Miguel Álvarez, Carlos Orúe y Chema Rico.
 
La prueba de fuego llegaría para VF en Cartagena de la mano de su amigo Paco Belmonte en la tarea de afinar en la estrategia, en acertar en la pizarra y luego en la realidad de una faceta diferente en el día a día, distinta a la de jugador.  Hay que gestionar el propio trabajo y el de una veintena de personas que en su caso no han sido elegidas por él. Siele suceder en bastantes clubes. Uno de ellos el Granada gestionado por Pina y JC Cordero.  Dan poco cuartelillo.
 
 El ídolo ahora caído, al primer tapón zurrapa, ha fracasado y lo dice la analítica de siete meses en la que sus glóbulos blanquinegros se han mantenido altos pero las plaquetas las ha debido de tener bajas. La anemia perniciosa (sequía goleadora) ha acabado con sus ilusiones y ha tenido que salir del club con la fórmula inventada -original- de no atreverse a decir nadie que lo han echado.  La  elegante nueva semántica de lenguaje entre amigos. Pero lo han despedido los resultados.
 

Sus glóbulos blanquinegros se mantuvieron altos pero las plaquetas las ha debido de tener bajas
 
Es la puñetera ley del fútbol, guste más o guste menos. Pero que, por favor,  no nos engorden la vaca porque en su último partido, ante el Sevilla Atlético, no hubo pañuelada aunque algunos hayan querido pintarla artificialmente. Para pañuelos blancos al aire, de protesta, la tarde triste de Paco Gómez cuando Caudal de Mieres ganaba (0-1) tras el 0-0 en Asturias, y José Miguel Campos veía el partido como técnico fuera del banquillo por un error administrativo del Cartagena después de la patada dada por el caprichoso  El Paloma a Pacheta donde más duele, en la última jornada de la Liga y con el derecho a jugar el playoff ya conseguido. De locos.
 
Sin estar condicionado por  nada ni por nadie, yo también he sentido la marcha de VF, bastante más que algunos amigos de la radio autonómica que lo han despellejado con razón o sin ella, pero su salida la he comprendido y al final hasta la he visto necesaria y conveniente para las dos partes. Mecachis en la mar que después de aquel golazo a Las Palmas, que líneas arriba desempolvé en esta reflexión de urgencia, solo he visto como cartagenerista un gol de quitarse el sombrero, de verdad, un día en el que en El Almarjal, antes de que llegasen los años 60, el 'chato' Norberto Amaro marcó  en una promoción de ascenso al Iliturgi de Andújar en la portería sur del rectángulo  que hoy ocupa Carrefour  con su batería de cajas registradoras. 
 
El héroe con el '10' a la espalda que triunfó como jugador en Cartagena en sus 5.450 minutos jugados con la albinegra, autor de dos goles de los cuatro conseguidos en la Nueva Condomina ante 8.000 seguidores, con la imagen en las retinas de una chistera puesta en su cabeza en el mismo terreno, el personaje que se despidió como futbolista albinegro en un adverso 3-0 en Balaídos y que marcó su último e innecesario gol cartagenerista ante el Rayo Vallecano (2-4), ha caído en la trinchera de su nueva profesión  un 1 de febrero, víspera de la Candelaria, que no ha iluminado su primer año de míster.
 
No tengo demasiados elementos de juicio para decir  categóricamente por qué no ha triunfado, pero tengo intuiciones de veterano y veo que tal vez le haya podido faltar carácter en el manejo de las herramientas que han puesto en sus manos. Sus dudas- las de un principiante falto de rodaje- también tienen que haber pesado. Le ha podido la presión de la calle y hasta de la prensa, que dice no leer (lo cual no me creo) pero es algo que en su trabajo ya va en  el sueldo. Aunque no haya ganado en esta etapa albinegra de experimentos ni el 7% de lo que cobraba como futbolista profesional, el español más cotizado cuando se hizo una transferencia de 1.000 millones de pesetas entre Valladolid y Villarreal. La doble y muy feliz V de Víctor Fernández.

Víctor Fernández, el ídolo caído
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