1 de mayo de 2011, 2:00
Era un triundo obligado, forzoso e imprescindible para garantizar matemáticamente la permanencia y para continuar enganchados al sueño del play off. Se tuvo que resolver una serie de problemas planteados sobre la marcha, el primero de ellos el del síndrome del gol madrugadir que ha venido siguiendo al Cartagena como la sombra al cuerpo.
Una vez superado el síndrome del 0-1 en los primeros diez o doce minutos de juego, el equipo cartagenerista se asentó en el campo, funcionaron las piezas que tenían que hacerlo y la buena maquinaria hizo posible obrar el milagro de la remontada hasta colocar el 1-2 en el marcador, gracias sean dadas a un mágico Víctor, con un golazo de los de Eurovisión.
Hay una miniliga final y el primero que flaquee lo pagará caro, si el Cartagena conserva sus condiciones elementales para construir juego –la resurrección de Longas es importante para el rendimiento del centrocampismo-, ordenar su defensa y mantener la llama de la eficacia cara a portería mediante las artes de la sociedad Toché-Víctor.
En Twitter: @guillermoxim
Una vez superado el síndrome del 0-1 en los primeros diez o doce minutos de juego, el equipo cartagenerista se asentó en el campo, funcionaron las piezas que tenían que hacerlo y la buena maquinaria hizo posible obrar el milagro de la remontada hasta colocar el 1-2 en el marcador, gracias sean dadas a un mágico Víctor, con un golazo de los de Eurovisión.
Hay una miniliga final y el primero que flaquee lo pagará caro, si el Cartagena conserva sus condiciones elementales para construir juego –la resurrección de Longas es importante para el rendimiento del centrocampismo-, ordenar su defensa y mantener la llama de la eficacia cara a portería mediante las artes de la sociedad Toché-Víctor.
En Twitter: @guillermoxim
