Se casó con la cartagenera Encarna Cuenca a los 26 años, viviendo parte de su vida en la barriada de José María Lapuerta y, en sus últimos años, en la plaza de las Salesas.
Los padres de su mujer residían en San Antón, por eso a él siempre se le relacionó con ese barrio. No en balde, él se sentía “sanantonero”. Veraneaba en La Azohía.
La mayor parte de su vida trabajó en la Refinería de Escombreras hasta la crisis del 92, cuando pasó a la empresa Trademed (Tratamiento de Residuos de Escombreras), hasta su jubilación.
En su adolescencia jugó en la Deportiva Minera y, en su juventud, en el equipo de futbol de la Refinería.
Se hizo socio del Efesé en el año 1969 y, ocho años más tarde, pasó a formar parte de su Junta Directiva, bajo la presidencia de Andrés Martínez Prieto y junto a otros históricos del futbol local como Tomás Martínez Pagán, Luis Quesada, Gaspar Bascuñana, Legaz y “El Cachuchas”. En esta época el equipo consiguió subir a Segunda A, en los buenos años 80, y se inauguró el actual Estadio Municipal Cartagonova el 7 de febrero de 1988. Piteras siempre estuvo en primera fila.
Como directivo, fue el encargado de las relaciones públicas del Club, acompañando al conjunto por todos los estadios de España donde jugaba. No en balde, guardaba una extensa colección de banderines y obsequios de todos los equipos con los que se enfrentaba el Efesé en sus desplazamientos.
No se perdía ni un solo partido, llegando al estadio cuatro horas antes del inicio de los encuentros para saludar tanto a nuestros jugadores como a los del equipo rival y para recibir a los aficionados.
El fútbol era su verdadera pasión e, incluso, a veces, su prioridad. En este mundo encontró a sus verdaderos amigos, que mantuvo durante toda su vida.
Por ello, Paco Pitera era conocido, sobre todo, por ser un verdadero relaciones públicas del equipo y un apasionado del Efesé, sentándose siempre en la primera fila de la tribuna del Cartagonova.
En el año 2020 enfermó de cáncer de estómago, por lo que tuvo de dejar de acudir al estadio a ver los partidos. Afortunadamente, dicha enfermedad la superó.
Falleció el pasado 5 de marzo de modo repentino a causa de un ictus fulminante. Ha dejado a cuatro hijos (Pacuco, Emilio, Dioni y Maribel), nueve nietos, y dos bisnietos, a los que supo inculcar su afición por el fútbol, jugando Emilio en el equipo de Franciscanos y en el Naval y, Pacuco, en Ciudad Jardín.
Sus restos mortales descansan en el cementerio municipal de San Antón.